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lunes, 17 de mayo de 2010

BOTON DE MUESTRA

En este reportaje de Alejandra Dandan y a propósito de su libro El Pibe, Gabriela Cerruti dice algunas cosas interesantes sobre las relaciones entre el poder económico y la política. Después de los conceptos generales citados en este post, creo que lo de Cerruti sirve para reafirmarlos con ejemplos concretos.


(...) – ¿Después de El jefe se encontró escribiendo con una mirada distinta?

– Me encontré más grande, con más lecturas encima y capacidad de ver la historia del país desde otro lugar. Me pareció fabuloso poder cerrar temas que había intuido con El jefe, como el desarrollo de una trama que en Argentina empieza en el '74/'75 y colapsa en 2001 que es la restauración de un modelo económico preperonista, en la que el menemismo era una expresión.
– ¿Por eso plantea a los Macri como un Estado paralelo?

– Cuando uno cubre política desde el periodismo se dedica a mirar a los políticos. En esas condiciones, la historia y la corrupción se cuentan desde los corruptos y no desde los corruptores. Esta historia te permite ver que muchas veces los políticos, que creen que tienen mucho poder, tienen solamente un poco de fama en el momento que están en el gobierno y manejan determinados hilos. Pero responden a intereses mucho mayores. Con los Macri se ve el poder permanente que duró todos estos años y es el que realmente toma las grandes decisiones económicas y, en muchos casos, políticas del país: y es el poder de los empresarios. La historia del grupo Macri es como Fiat en Italia: las decisiones del Estado muchas veces tienen que ver con lo que necesita la empresa en diferentes momentos.
– El libro retrata distintos gobiernos. Con Menem, por ejemplo, aparece la idea de un control casi total: los hombres de Socma pasan al Estado.

– Ellos tuvieron distintas relaciones con el Estado. Y eso es por las diferentes visiones que tienen del Estado tanto Franco Macri como Mauricio. Franco creía en la patria contratista, es oficialista. Mauricio en la financiera. Franco se hace amigo de los gobiernos, los lleva a comer a la quinta, les pide favores, les regala autos y aviones y saca las mayores contrataciones de la obra pública. Mauricio –me lo contó en una entrevista– se da cuenta a fines de los '80 que los Estados van a colapsar y que había que reconvertir todo en empresa de servicios para quedarse con las privatizaciones. No sólo reconvierte las empresas, sino que se lotea el gobierno de Menem para poner a los hombres de Socma a cargo de las privatizaciones.
– Es curioso porque se lo cuenta con naturalidad.

–Macri tiene el desparpajo de los ’90. Habla de las cosas que el resto de la sociedad ve mal. Como tiene sus propias reglas de juego dentro del grupo económico y en las clases sociales en las que están, naturaliza cosas que son barrabasadas. “Nosotros pusimos a Dromi”, dice. “A los mejores cuadros de Socma, pusimos directores y secretarios y después solamente nos quedamos con la ruta y el correo mientras otro se quedó con tal cosa y tal otra”. Otro ejemplo fue Carlos Grosso. En medio de una crisis económica del gobierno porteño, para que salgan los pagos de Manliba, nombran como secretario de Hacienda al gerente de Manliba.
– ¿Lo mismo había sucedido en la relación con López Rega y la dictadura?

– El primer cambio de los Macri empezó a fines del ’60, cuando de una pequeña empresa constructora se asocian con la empresa constructora de la Fiat en Argentina y a partir de ahí con el gobierno de Onganía. La relación con el entonces secretario de Industria y Energía les permitió empezar a quedarse con todas las grandes obras: Atucha, centrales eléctricas e hidroeléctricas, ahora millonarias. A comienzos de los ’70, tenían un rol más bien de lobbistas pero sin hacerle asco a nada. “Los empresarios tienen que ser oficialistas”, decía Franco Macri y se sentaban con López Rega para quedarse con la construcción de un plan de vivienda y le regalaron un mausoleo que quería para Olivos. Todo en medio de una trama de negocios en la que están involucrados con la Logia P2 y con acuerdos con Kadafi en Libia. Si uno ve la manera con la que llevan a cabo los negocios, hicieron el mismo tipo de lobby más tarde con Julio De Vido cuando se dijo que los chinos iban a venir a hacer todo, pero eran todas empresas de Macri.(...)

Después de leer estas y otras perlitas del reportaje, uno puede sentirse tranquilo y feliz (:P) de vivir en una ciudad "atendida por sus dueños". Y si se cumplen los sueños del líder amarillo o de su (ex-?) amigo el colorado, pronto el país entero quedará atendido por sus dueños.

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