la idea de crear un arsenal teorico para cambiar la realidad

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sábado, 13 de febrero de 2010

UN SUPERMERCADO LLENO DE VACIOS Y JOVENES

Autor(es): Rosenzvaig, Eduardo

Rosenzvaig, Eduardo. Escritor, doctor en Historia y profesor titular de Historia General de la Cultura en la Universidad Nacional de Tucumán desde 1985, Recientemente recibió por segunda vez el Premio Casa de las Américas en Literatura testimonial, con "Mañana es lejos (memorias verdes de los años rabiosos)".


¿Qué propone el capitalismo a los jóvenes? En primer lugar más capitalismo. En segundo lugar llenarlos de vacíos. Tercero el éxito si uno logró llenarse de capitalismo y de vacíos. Ahora, de no alcanzar el éxito, le propone a uno la cuarta medida, el autismo. Todo en una marcha hacia adelante dejando la Tierra atrás, el Hombre atrás, la Sociedad muy atrás. La educación del capitalismo debe servir –aunque no se diga– para las cuatro requisitorias: más capitalismo, más vacíos, más éxitos, más autismo, con menos Tierra, menos Hombre y menos Sociedad.
Todo lo que se hace en las ciudades de marchar contra la inseguridad es un absurdo. Primero porque las “manchas de aceite”, esa forma de crecimiento de las megalópolis impuesta por el capital inmobiliario y los combustibles fósiles baratos, las hacen irrecuperables, imposibles de vivir con dignidad. Segundo porque la inseguridad es el propio corazón del capitalismo, desde la flexibilización laboral a la cajera del súper trabajando sin el sueño peligroso de un embarazo, pero también la inestabilidad de las bolsas, del salario, del arrastre en las crisis, o los vaivenes del rating como certificado de “calidad” de la cultura.
El capitalismo odia hoy a los jóvenes porque no los necesita. Los odia porque necesita unos pocos y no sabe qué hacer con el resto. Transformado en un prototipo único y totalitario, requiere de unos pocos jóvenes sabiendo que el resto se volverá violento contra él, percibiendo su exclusión, el vacío en medio de los chistes de los Tinelli[1] que los siguen convocando a bailar como un mono por un sueño que no llega y no llegará. Tinelli, Mirtha[2] y Susana[3] gritan sobre la “inseguridad”. Parece una broma de una compañía de farsantes. Humor callejero. Pero no, es algo mucho más serio. Son parte del modelo que dejó a millones de jóvenes sin nada en los últimos años, sin trabajo, sin algo más allá de la furia, y ahora los tres gritan que si no se hace algo contra los jóvenes no se podrá seguir viviendo en un lugar como éste. Los llenaron de vacíos que ahora los chicos cubren con ira. El propio modelo les vende la violencia de diez mil formas, entonces políticos y famosos y ricos exigen que se baje la imputabilidad de los menores, apalearlos, matarlos para que aprendan. Por algo ya en uno de los canales cable de Clarín hay un programa sobre venta de armas de guerra, armas largas, municiones puestas en venta desde las armerías de Buenos Aires en directo para su hogar. El american way of life iniciado desde el comic Hogar de Pepita con el vendedor de aspiradoras llamando a la puerta de casa clase media, en su desarrollo llega al Hogar de Susana donde el que golpea es el vendedor de armas largas.
La ideología es la lógica de una idea. En este caso la historia es como un proceso único, casi coherente, cuya finalidad es la realización y la producción de una humanidad que no tiene para ofrecer a los jóvenes otra cosa que ella misma, vacío lleno de zapatillas Adidas y culos en el baile por un sueño; tiene para ofrecer éxito, autismo y suicidios. ¿Por qué unos chicos alimentados durante todos sus pocos años con la violencia de la calle, la violencia política sistémica, la violencia de desigualdad acompañada por la violencia mediática y la violencia de no ser nada entre seres que lo mastican todo, no van a matar por una cartera? Denme una razón. Una sola. Están suicidados. Lo intuyen. Lo saben.
Privados de estímulos sociales, privados de estímulos políticos, privados de estímulos estéticos y de justicia, sometidos a los estímulos del mercado casi exclusivamente, los jóvenes se parecen a aquel experimento del que hablaba Eric Fromm: individuos encerrados en celdas aisladas, con temperatura e iluminación constantes, a los que se hacía llegar comida pero, privados absolutamente de estímulos, se observaba a los pocos días rasgos patológicos, a menudo de carácter esquizofrénico. Se quitan a los jóvenes los estímulos de la naturaleza y la propia construcción humana o social, para luego exigirles que no sean psicóticos. De hecho seres como Tinelli, Mirtha, Susana son esquizofrénicos cuando actúan en nombre de la seguridad luego de generar cultura carente de otros estímulos que no sean las caras, los culos y el dinero para millones que no tienen nada.
La actividad, la construcción en la esfera de lo público, del ser mismo, trae un goce, lo que el psicólogo alemán Karl Bühler llamó el “goce de la función”. Al quitar el goce del acto creativo, del despliegue de las propias capacidades en el joven improductivo, se genera una masa de violencia y angustia extraordinarias. Hablamos de algo tan simple como la satisfacción del autorreconocimiento del principio de actividad. Elegir y poseer el último modelo de celular en un libro publicitario con centenares de páginas, o elegir una zapatilla entre seiscientos modelos es un tiempo fabuloso ganado por el prototipo para reemplazar al ser.
40.000 años de evolución del hombre moderno para llegar a Chiche Gelblung[4] ocupando buena parte de los medios que informan y forman la sociedad argentina diciendo que las “mujeres son estúpidas”. El hombre se distingue del mono en la autoconciencia. La tarea de la educación hoy, me parece, es la de crear grandes mecanismos formadores de autoconciencia. A los jóvenes se los quiere deshominizar en el sentido de la autoconciencia y hominizar en el sentido del mirar, ni siquiera ya del consumir. Cuando los medios o su producción simbólica, es decir la producción simbólica de los poderosos hablan de inseguridad están hablando de otra cosa. Hablan sin decirlo de los inseguros. Es el nuevo terrorismo. Los inseguros son los jóvenes. Fuentealba[5] era un joven. Los jóvenes son terroristas. Hace unos cinco años la cadena CBN hizo una encuesta a los norteamericanos sobre si aceptaban o no torturar a un terrorista para quitarle información. El 45% estuvo de acuerdo. Los medios trabajan sobre la población angustiada y desmoralizada creando el peligro del inseguro, el joven, un terrorista. “¿Y si lo torturamos para que declare?” Fuentealba era un inseguro porque ocupaba rutas “donde yo debía conducir mi automóvil con tranquilidad, que para ello pagué el peaje. ¿Y si lo torturamos? No mejor lo matamos y verán cómo las rutas no se insegurizan más”. Resulta que un inseguro, resultado de la inseguridad congénita del capitalismo, ahora es el culpable de la médula del capitalismo. Un inseguro es como un judío para los nazis, un terrorista para Bush, un indio para los Reyes Católicos. Nació un nuevo verbo: insegurizar.
La minoría se reservó lo mejor para sí misma y dejó a los jóvenes el sobrante. Ahora, cuando hay algo que vale la pena quitarle al otro aparece la categoría de Guerra. Y cuando se organiza el Estado y las relaciones sociales para legitimar ese quite al otro, la guerra se torna la primera institución social. La guerra es el cuarto poder del capitalismo.
Con el paso de la revolución industrial a la cibernética floreció una tecnología productiva capaz de provocar la absoluta abundancia. Pero se creó la abundancia superflua, se contaminó la Tierra, y la abundancia liberadora quedó postergada y enterrada más hondo. La cibernética condujo a la guerra masiva sobre los jóvenes dejados sin nada. También guerra entre ellos. A veces no más que un celular para enviar un SMS a Bailando por un sueño y participar. La nueva forma social de participar. Los jóvenes no pueden con tantas necesidades inyectadas en sus cerebros. Los deseos de los jóvenes casi no provienen de ellos mismos sino de las empresas que financian a Tinelli, Susana y Mirtha quienes, a su vez, exigen castigo a los jóvenes con deseos creados por esas empresas. Aún ni los jóvenes a los que les va bien pueden acceder a toda la oferta que creen ya necesitar. Se endeudan como en Chile hasta el fin de los tiempos. Jóvenes endeudados y norteamericanizados en sus deseos bajo la presidencia de una “socialista”.
Disney acaba de editar un video para infantes donde aquel niño que no llega al éxito se muere.
¿Cómo el prototipo representaba el paraíso para los jóvenes de mediados del siglo XX? Mediante el automóvil. Quien tenía un automóvil había llegado al Paraíso. Después el sistema se enojó y envió, en el Tercer Mundo, a los jóvenes a los campos de concentración. En verdad estaba muy enojado con ellos porque la imaginación de los jóvenes rompía con marchas de pancartas en las calles y marchas armadas en las selvas. Vino un escarmiento. El Paraíso al que hoy se les invoca descendió del automóvil a la telefonía móvil. Con el Citroen 2CV se conocía otros lugares y hasta países; con el celular se comunican con Tinelli, Susana y Mirtha votando por cuál sueño que no les pertenece es mejor, y por cuál sueño que les pertenece se hundirá en uno imposible. También llamando al 2020. La autoestima se promueve por el tipo de celular que se posee. Si uno quiere ser el mejor, no tiene que ser ni el más solidario ni el más estudioso ni el más contestatario, debe tener lo máximo. Incluso el “tener para ser” está siendo abandonado por el “mirar para ser”. Si no viste a un Don Nadie en Tinelli hoy a la noche mañana no existís.
Los jóvenes pobres son los primeros que fracasan. Fracasa la educación que intenta enseñarles que dos celulares más dos celulares con cuatro, porque el sistema les dice de mil formas que dos celulares más otros dos son; si no tenés plata es un arma para conseguirlos. O una humillación para mirarlos.
Para que este modelo sea creíble necesita que se crea en él. El problema empieza cuando se deja de creer en él. Este sistema tiene una prueba de verdad que es la adhesión, el voto, su afirmación. No reside en la coherencia interna de sus ideales, no, el aplauso es lo que le confiere verdad. De allí que la categoría resistencia sea la más subversiva para el funcionamiento normal de aquella “verdad”. Manifestarse en contra, oponerse, disentir, protestar, rebelarse, construir modelos alternativos de sociabilidad, debates del ser por el ser mismo, desmoronan aquella verdad. La escuela puede constituir resistencia, o bien domesticación e indiferencia. El capitalismo asegura que quiere lo mejor para la sociedad. Demuestra a los jóvenes cómo el socialismo fue lo peor para la sociedad y por ello cayó. Pero esconde bajo una alfombra de hormigón armado que la crisis del capitalismo actual, una crisis civilizatoria, está poniendo en riesgo la vida humana sobre el planeta. De manera que otro modelo construido sobre las ruinas que él va dejando, no sólo es posible sino que parece la única alternativa. Ahora todo depende de nosotros y sobre todo y, fundamentalmente, de los jóvenes, los desheredados y humillados y ofrecidos como trampas de ratones por su belleza desde la propia televisión que enseña cómo deshacerse de ellos. La escuela, o es un escalón de protección de la vida humana sobre la Tierra o hace como si no ve el ascenso de los 3 o 4 grados centígrados más por carbono civilizatorio que acabará con buena parte de lo formado en millones de años y con lo edificado seguramente desde la revolución neolítica. Parece un programa apocalíptico. Es una realidad apocalíptica. Es curioso, pero las moléculas de carbono que dieron origen a la vida son las moléculas que pueden matarla.
El Instituto de Investigaciones Sociales de Francfort se planteó en 1931 la siguiente pregunta cuyas conclusiones no fueron publicadas: ¿Qué monto de resistencia le opondrá la población a Hitler, especialmente entre aquellos grupos sociales que, por sus opiniones, están en contra? Hitler todavía no había triunfado. Concluyeron del análisis que lo que el hombre piensa tiene un peso muy relativo. En gran parte depende del tipo de consignas a que atiende, sea por el partido al que pertenece, tradición o condicionamientos sociales, es decir en gran parte es producto de la coyuntura. Piensa más o menos lo que piensan los demás. Es un signo de la tendencia a la adaptación y a la dependencia que caracteriza al homo sapiens. Llamaron a esto opinión. Pero es fácil hacer cambiar de opinión. Una opinión tiene validez mientras las circunstancias se mantengan. Los test y las encuestadoras buscan hoy opiniones y miden opiniones. Si se pregunta por la convicción la situación cambia. La convicción es una opinión arraigada en el carácter del hombre y no sólo en su cabeza. Para los viejos trabajadores ser peronista está en su carácter, son sus leyes sociales. Para la mayoría de los nuevos sujetos históricos peronistas, el peronismo es una opinión cuyas consignas, adaptaciones, signos son totalmente reversibles, cambiables, oponibles. Se puede ser perfectamente peronista neoliberal. Cuando Perón instala a López Rega como primer ministro del país lo hace por un acto de convicción frente a las opiniones de los jóvenes que siguen sus consignas pero no sus convicciones. Ezeiza[6] fue el primer acto juvenil monstruosamente masivo y cualitativo donde se enfrentaron a balazos convicciones y opiniones. Perón dejó instalada una trampa histórica de la que no pudo salirse hasta hoy, las mejores leyes sociales con la CGT de los gordos.
Los hombres ofrecen resistencia al sistema de dominación sólo si tienen convicción.
La educación pública que estamos discutiendo está llamada a crear resistencia y convicción. Crear organizaciones sociales, redes, politización hacia abajo.
Voy a dar otro ejemplo. Duhalde[7] gobernó durante una década basándose en encuestas de opinión dejadas sobre su escritorio desde la mañana. Si las encuestas decían democracia iba hacia allí y si decían fascismo iba hacia aquí. Pero ya instalado en el lugar de la opinión nunca dejó de forzarla si ésta contradecía a sus convicciones. Es decir a sus intereses. El asesinato del hijo del Presidente[8] fue resultado de la guerra por el reparto del país entre el grupo del Presidente y el otro grupo del Gobernador de Buenos Aires. El grupo de Gobernador se sintió robado en el tráfico de armas que le tocaba y que se lo quedaría el Presidente “piola”. El asesinato fue un acto de convicción. La respuesta del grupo del Presidente al asesinato de su hijo, no fue investigar, porque eso hubiera sido en el largo tiempo investigarse, sino que fue el asesinato de Cabezas[9] en la puerta de la casa del Gobernador para acabar con su candidatura presidencial. También fue un acto de convicción. La orden del Gobernador de Buenos Aires a sus jueces de llegar hasta las últimas consecuencias en la investigación del crimen de Cabezas, porque sabía que ello llevaba hacia Yabrán, testaferro del Presidente y de su grupo, obligó al grupo del Presidente a acabar con su testaferro. Para no comprometer al grupo con ninguna declaración peligrosa ante la justicia, sus amigos mataron al Yabrán real o civil cambiando su cadáver. Fue también un acto de convicción. Para defender lo saqueado a millones de jóvenes, y al futuro de otros millones, el Presidente peronista en un Pacto de Olivos II dio sus votos al candidato radical. Bajo esta guerra de convicciones entre mafias se construyó el país actual.
La encuesta de 1931 de la Escuela de Francfort llegó a estos guarismos: el 10% de los alemanes mostraban un carácter autoritario que los convertirían en fanáticos de Hitler. Un 15% tenía carácter antiautoritario a un punto de convicción que arriesgarían su libertad y la vida para luchar contra los nazis. La gran mayoría, el 75%, tenía un carácter mixto, ni explícitamente autoritario ni antiautoritario. Con rasgos de ambas actitudes cabía suponer entonces que estos hombres no serían grandes fanáticos ni opositores decididos, que seguirían más o menos la corriente y no se arriesgarían a luchar. La encuesta no se publicó porque el Instituto tuvo miedo. Erich Fromm dijo que de haberse publicado habría ayudado a crear estrategias contra el nazismo. La educación, finalmente, debe servir para no esconder la realidad por dura que ella fuese. Por el contrario, se vuelve ominosamente más dura al no resolver los problemas que jamás son planteados.
¿De hacer una encuesta sobre las convicciones de si los inseguros deben o no ser apaleados, torturados o muertos hoy en Argentina cómo serían los guarismos? ¿10, 15 y 75 por ciento?

“Sólo tiene derecho a encender en
el pasado la chispa de la esperanza
aquel historiador traspasado por la
idea de que ni siquiera los muertos
estarán a salvo del enemigo”.
(Walter Benjamin)

Ni siquiera los jóvenes creados por la desigualdad del capitalismo y muertos por el capitalismo están a salvo. La chispa de esperanza estriba en saber esto, en reconocerlo, que no están a salvo ni los jóvenes muertos, ni los niños muertos, ni los recién nacidos muertos por pobreza, ni los fetos muertos por las leyes inquisitoriales contra el aborto. No estamos a salvo. Por eso la Escuela debe preparar a los hombres para que entiendan que no hay nada más seguro a la Tierra, al Hombre y a la Sociedad que los jóvenes. La vida de un solo joven es el triunfo del cosmos.

Intervención en un Encuentro de docentes realizado en el mes de noviembre de 2009 en Neuquén, Argentina. Fue enviado por el autor para su publicación en Herramienta. Las notas aclaratorias son de la revista.
[1] Marcelo Tinelli, productor y conductor en la televisión argentina. Luego de su programa de bloopers: Videomatch, logró mayor éxito con Showmatch en sus versiones Bailando por un sueño y Patinando por un sueño. Un ejemplo de programa de “entretenimiento” sexista y estupidizante. [
[2] Mirtha Legrand, veterana actriz y presentadora de televisión. Su programa Almorzando con Mirtha Legrand es el más antiguo de la televisión argentina y una destacada plantea para exponer cotidianamente los lugares comunes y valores de la “clase media”. En los tiempo mas recientes, se convirtió en una de las impulsoras de la mediática campaña contra “la inseguridad”.
[3] Susana Giménez, actriz, ex vedette, empresaria y presentadora de la televisión argentina. Adalid también de la campaña contra la inseguridad... y el reclamo de la pena de muerte.
[4] Samuel “Chiche” Gelglung, periodista y conductor de radio, televisión y medios gráficos. En los años 70 apoyó explícitamente a la última dictadura militar argentina y es considerado uno de los mayores exponentes del “periodismo” amarillo y sensacionalista.
[5] Carlos Fuentealba, docente de la provincia de Neuquén, activista de su gremio, fue asesinado por la policía durante la lucha librada en abril de 2007.
[6] Se refiere a la masacre de Ezeiza (20.06.73), cuando retornó el general Perón a la Argentina luego de un largo exilio. La derecha peronista atacó brutalmente a los sectores de izquierda de ese movimiento. Aunque nunca se confirmaron las cifras, se estima que hubo 13 muertos y 365 heridos.
[7] Eduardo Duhalde fue gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1991 y 1999. Luego de la crisis de diciembre de 2001 fue nombrado presidente interino, cargo que ejerció entre 2002 y 2003.
[8] Se refiere a la muerte de Carlos Menem Jr., hijo del presidente peronista de los años 90.
[9] José Luis Cabezas, reportero gráfico asesinado en enero de 1997. Cabezas habría cubierto una investigación sobre casos de corrupción del empresario Alfredo Yabrán, estrechamente vinculado con el gobierno menemista, quien tiempo después (mayo de 1998), según se informó oficialmente, se habría suicidado.

jueves, 11 de febrero de 2010

UN FALLO ALECCIONADOR

El martes pasado, el juez en lo Contencioso Administrativo Nacional, Ernesto Marinelli, rechazó una acción de amparo contra el decreto que dispuso la reapertura del canje de la deuda, presentada por Pino Solanas y Claudio Lozano. El juez alegó que los legisladores no tienen legitimidad para peticionar ante el Poder Judicial en temas que deben discutirse en el Congreso (Cronista, 10.2).

La reapertura del canje es lesiva para los intereses nacionales por varios motivos. Primero, porque implica proseguir con el pago de la deuda pública, que tiene un carácter manifiestamente usurero, no solamente en su origen histórico sino también porque es el fruto de sucesivas refinanciaciones, la mayor parte de ellas de características extorsivas, que la convierten en un tributo permanente en beneficio de la banca nacional e internacional. Segundo, porque el grupo que no aceptó el canje de 2005 no tiene nada que ver con los compradores originales de esa porción de la deuda, que la habían vendido a precio de remate bajo la presión de la bancarrota de 2002. Se repitió, en este caso, lo ocurrido con los Bonex de Menem-Cavallo en 1989 o con los que recibieron títulos públicos, a 1.40 pesos por dólar, con motivo de la pesificación de Duhalde-Mendiguren-Marco del Pont. En el caso de los bonistas italianos, unos 25 mil jubilados engañados por los bancos de la península, la justicia de ese país obligó a los bancos que intermediaron en la deuda con manifiesta mala fe, a resarcir a los perjudicados. O sea que el canje se hará en beneficio de bancos y fondos que compraron la deuda a un precio en el entorno de 0.10 a 0.25 centavos por dólar. Tercero, las tasas de interés a las cuales se está negociando el canje son manifiestamente usureras, pues van más allá del diez por ciento anual, un 200 por ciento por encima del bono del Tesoro norteamericano y hasta un 50 por ciento por encima de la tasa de riesgo que está pagando Grecia - un país que se encuentra en cesación de pagos. En cuarto lugar, el canje es la premisa política y financiera para producir otro delito económico contra los intereses nacionales, como es la cancelación de la deuda con el Club de París. La mayor parte de esta deuda es el resultado de una doble estatización; por un lado, la estatización de la deuda privada ejecutada por Cavallo en 1982 y sus refinanciaciones posteriores; por otro lado, el resarcimiento otorgado por los estados europeos a las compañías de seguro de su jurisdicción ante los impagos y refinanciaciones de la deuda original. La celebración del Bicentenario mediante la creación de un Fondo creado con reservas internacionales para pagar todos estos desfalcos, constituye una metáfora perfecta de la hipocresía nacional y popular del elenco gobernante. Para colmo, si lo anterior no lo fuera, los bancos encargados de negociar el canje son los mismos que precipitaron la bancarrota mundial en curso, por ejemplo el Citibank, e incluye al inglés Barclays, que ha sido denunciado por Mario Cafiero y Ricardo Monner Sans por su condición de accionista de una petrolera británica con negocios en Malvinas. Sería imposible, por otra parte, que el gobierno pueda encontrar un banco sin esas conexiones, dada la estrecha relación entre bancos y petroleras - sea en las Bolsas o en los mercados de bonos y derivados. Quien busque al sustituto del Barclays va a penar como alma errante en el desierto.

Y sin embargo.....

En efecto: el fallo es, sin embargo, si no ejemplar con toda seguridad aleccionador. Es que la función de un político, al menos si se considera progresista, no es trajinar los tribunales sino salir a la calle y movilizar a las masas. Cuando el juez les dice que, como legisladores, tienen que pelear en el Congreso, seguramente ha tenido en cuenta que el Congreso votó la ley que rescindió la prohibición del canje de deuda, es decir que la madre del borrego es el parlamento, al cual la Constitución le da la facultad de "arreglar" lo relativo a la deuda pública. Solanas y Lozano se cuidan, sin embargo, de no denunciar a sus ‘pares' y por eso no piden la inconstitucionalidad de la ley - pero para que el decreto del canje sea inconstitucional antes debió serlo la ley que autorizó al Ejecutivo a proceder al canje. El juez Marinelli les ha dado una lección, aunque con el propósito de que se resignen al hecho consumado. La lección es que tienen que salir a la calle - algo que han evitado hacer con todo cuidado, como lo demuestra su ausencia repetida en las movilizaciones contra el pago de la deuda externa. Solanas y Lozano recurren a las instituciones de la democracia, como si la democracia fuera un escudo protector de los intereses nacionales. De ningún modo: no es un régimen de defensa de la autonomía nacional - que solamente puede serlo un gobierno de trabajadores. Congreso y Justicia se pronunciaron oportunamente por la continuidad jurídica con respecto a la dictadura militar - siguiendo en esto la doctrina establecida en 1930, por la Corte, luego del golpe de Uriburu. Lozano y Solanas saben perfectamente bien que la jurisdicción para el tratamiento de conflictos por la deuda externa son Londres y Nueva York, y que la Corte no ha reclamado ese ámbito para el territorio nacional. Un recurso judicial debe tener por lo menos alguna coherencia, pero debe servir por sobre todo para la agitación política que contribuya a la movilización de las masas - no para peregrinar por las secretarías de los juzgados o para servirse de los movileros de la televisión con fines electorales y distantes en el tiempo.
En algún lugar se ha escrito que el juez Marinelli pertenecería al campo ‘neoliberal' o que en todo caso no sería afecto a los K - que, últimamente, sólo cosecha desafectos. Su fallo defiende esos intereses, pero es incuestionablemente aleccionador. No sería la primera vez, por otra parte, que un derechista desnuda a un charlatán.
Jorge Altamira

lunes, 8 de febrero de 2010

CONTRASTES

Contrastes
Fabiana Arencibia
Se cuestiona la legalidad con la que acaban de remover al presidente del Banco Central, pero no la ilegalidad de la deuda que se pretende pagar con las reservas que custodia esa entidad. Se festeja que batimos record en exportación de carne, pero no se dice que millones no la pueden comer. Las grandes empresas ganan en la Bolsa mientras se pierden puestos de trabajo. La política y la economía son así miradas con un solo ojo.

La noticia que ocupa esta semana a los grandes medios es el enfrentamiento entre el Ejecutivo Nacional y el (ahora ex) presidente del Banco Central (BCRA) Martín Redrado, por negarse este último a transferir las reservas para que integren el Fondo Bicentenario para pagar la deuda. (1)

Pedido de la presidenta Cristina Fernández a Redrado para que deje el cargo, negativa del economista a renunciar, posterior remoción a través de un decreto de necesidad y urgencia, amenazas de presentaciones en la Justicia; autoconvocatoria de sectores de la oposición para reunir al Parlamento que está en receso, una jueza que trabaría la posibilidad de girar fondos del BCRA para constituir el Fondo Bicentenario; todo esto ha ocurrido en las últimas horas.

Originalmente, la discusión se planteó desde la “autonomía” que la Carta Orgánica le otorga a la institución, su rol de custodia de las reservas para garantizar el valor de la moneda nacional y acerca de las razones y mecanismos por los cuales se pueden remover a los integrantes de su Directorio. (Según la Carta Orgánica, "la remoción de los miembros del directorio será decretada por el Poder Ejecutivo Nacional cuando mediare mala conducta o incumplimiento de los deberes de funcionario público, debiéndose contar para ello con el previo consejo de una comisión del Honorable Congreso de la Nación".)

Sin embargo, mientras que en el neoliberalismo de los años 90 el poder económico (las empresas multinacionales y las entidades financieras mayoritariamente de capital extranjero) no cuestionó esa autonomía, hoy le exige que se subordine a las decisiones del Ejecutivo. Así, dos entidades que agrupan a los bancos (ADEBA y ABAPRA) salieron a cuestionar la posición de Redrado.

Será quizás porque varios de los bancos adheridos esperan ansiosamente las ganancias que les dejará el negocio del canje de deuda en default, por las comisiones que cobrarán a los tenedores de los títulos.

Los tres bancos que pilotearán la operación - que requiere el visto bueno de la Securities and Exchange Commission (SEC) como el órgano regulador del mercado bursátil estadounidense, legislación a la cual debemos someternos - serán el Citybank, el Deutsche y el Barclays.

Es bueno recordar que cuando en 1983 se realizó la investigación de la deuda contraída ilegalmente por la dictadura, el City de Estados Unidos le reclamó al gobierno argentino el pago de deudas de empresas públicas nacionales cuyos montos no coincidían con los registros de las mismas. Además muchos de los reclamos ya habían sido cancelados. Entre las deudas que se le pagaron al Citibank se incluía un millón de dólares por seis meses de intereses del Comando en Jefe del Ejército. Es ésta misma entidad quien ahora volverá a ganar en este nuevo negocio.

Ante el Decreto de Necesidad y Urgencia que creó el Fondo Bicentenario (DNU 2010) varios sectores accionaron judicialmente. Pero es necesario diferenciar los motivos que argumentan cada uno de ellos para aportar tranquilidad a quienes, viendo la política en blanco y negro, piensan que el llamado “progresismo de centroizquierda” se suma a la derecha política en este reclamo.

Por un lado, el gobierno de San Luis, el PRO, la Coalición Cívica-ARI, el radicalismo y el PJ disidente no cuestionan el pago de la deuda por ilegítima. Su enojo es tanto porque se usen fondos de la reserva que es de “todos los argentinos” como porque el DNU no haya sido ratificado por el Congreso. Pero esta misma reserva fue muchas veces diezmada y robada ante sus propias miradas e incluso con sus propios acuerdos y complicidades.

Por otro lado, existen diferentes organizaciones (Causa Olmos, Diálogo 2000, la Iglesia Luterana, ATTAC, el Foro Argentino de la Deuda, Proyecto Sur) y personalidades (Nora Cortiñas, Mario Cafiero, Luis Lafferier, entre otros) que accionan cuestionando el canje de deuda, el pago al Club de París y la creación de este Fondo pero desde lo que es la esencia del problema: la deuda es ilegitima y contraída en forma fraudulenta; por lo tanto no debe pagarse.

Estos contrastes llegan también al analizar los discursos del gobierno. Ante la “fatalidad” de que Argentina tendrá que importar carne -agitada durante varios días por los grandes medios reproduciendo las voces de la oposición - la presidenta anunció cerca de fin de año que durante 2009 logramos exportaciones records en ese sector. Sin embargo lo que no dice es que la carne en el mercado local está cada vez más cara y, lo que es peor aún, que varios millones de argentinos no pueden ni siquiera comerla, porque son pobres o indigentes. ¿Es un orgullo entonces que hayamos batido el record en exportación de carne cuando, como cantaba Don Atahualpa Yupanqui en El Arriero, “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”?

Otro contraste se da en dos informaciones que pudieron recogerse esta semana. Por un lado, nos anoticiamos que las 14 empresas líderes que cotizan en la Bolsa (Telecom, Siderar, Tenaris, Edenor, Grupo Galicia, Transener, Banco Hipotecario, Pampa Energía, entre otras) obtuvieron 115 por ciento de ganancias y que acumularon en la última década - la misma en que se vendió al país y sus recursos; en las que se llegó al pico de concentración de la riqueza con desocupación, pobreza e indigencia – rentabilidades por 322 por ciento.

También que durante nueve meses de 2009, las casas matrices de las filiales bancarias extranjeras giraron al exterior unos cinco mil millones de dólares en concepto de "utilidades y dividendos". Y que la fuga de capitales del sistema financiero acumuló hasta setiembre pasado unos 131.000 millones de dólares, cifra que se aproxima a la deuda externa privada y pública, calculada por el INDEC.

Por otro lado, supimos también que entre el tercer trimestre del año 2008 y 2009 se perdieron, según las últimas cifras oficiales dadas por el INDEC, 176.274 puestos de trabajo en el sector privado. Quizá muchos de estos trabajadores lo hacían en las mismas empresas cuyas acciones ganaron tanto en la Bolsa o que giraron los millones de dividendos al exterior.

Y para terminar, un último contraste. Antes de las fiestas, el Gobierno de Cristina Fernández tomó 700 millones de pesos del PAMI (la obra social de los jubilados) para financiar deuda. Esta cifra se agrega a otros tomados en setiembre y noviembre. Por otra parte, la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSeS) destinó 816 millones de pesos para financiar a las empresas del mercado automotor durante el 2009.

Estos fondos totalizan mucho más de lo que se destinó al pago extra en diciembre de 350 pesos a cada jubilado (menos de 12 pesos por día) para lo cual se destinaron 1.793 millones de pesos de fondos de la ANSeS. A principios de 1991, el 20 por ciento de los beneficiarios del sistema previsional cobraba el mínimo de $ 150. Hoy, el 80 por ciento cobra el mínimo de $ 827. Son apenas 26 pesos por día.

Comparto la opinión del economista Julio Gambina que en su nota Conflicto de poderes y pago de la deuda” expresa: “La sociedad, especialmente el movimiento popular, debe manifestar su voluntad de modificar la agenda de prioridades e incidir en la crisis política para contribuir a satisfacer necesidades populares insatisfechas. La Argentina no necesita nuevo endeudamiento, sino reorientar su política económica en función de las necesidades de millones de personas con dificultades para acceder a sus derechos a la alimentación, la educación, la salud o la vivienda, el trabajo y una calidad de vida adecuada. Los recursos en la Argentina existen, el problema es su utilización”.

- Fabiana Arencibia, Red Eco - ArgentinA

EL INICIO DEL FIN DE LA ERA DE LOS COMBUSTIBLES FOSILES

El inicio del fin de la era de los combustibles fósiles[1]

Peak oil: mercado versus geopolítica y guerra

Ramón Fernández Durán

Ecologistas en Acción, Madrid

“El pico del petróleo será un punto de inflexión histórico, cuyo impacto mundial sobrepasará todo cuanto se ha visto hasta ahora, y esto pasará en la vida de la mayoría de las personas que viven hoy en el planeta”

W. Youngquist, carta citada en Duncan, 2006

“El petróleo es demasiado importante para dejárselo a los árabes”

Henry Kissinger, declaración citada en Caffentzis, 2005

Doscientos años es nada

Hasta hace unos dos siglos la humanidad vivió sin combustibles fósiles. A principios del siglo XIX la población sobre el planeta se situaba en unos 1000 millones de personas, tan sólo un 3% de ésta habitaba en ciudades, y su base energética era la energía humana y animal, complementada con el uso domesticado de energías renovables. Y no sería hasta comienzos del siglo XX, que el uso de energías fósiles (fundamentalmente el carbón entonces, aunque despuntaba ya el uso del petróleo) desplaza la importancia global de la matriz energética previa (renovable). En 1900, la población humana había experimentado un salto discreto (aunque importante en términos históricos) hasta sobrepasar los 1600 millones de habitantes, y la tasa de urbanización se había multiplicado por 5 (hasta alcanzar el 15%). La urbanización había estallado allí donde se estaba produciendo la revolución industrial, especialmente en Europa occidental, apareciendo las primeras urbes millonarias (aunque Londres había superado este umbral a finales del XVIII). Hoy en día, en los umbrales del nuevo siglo y milenio, la población mundial supera los 6.600 millones de personas, más de la mitad de ésta habita en ciudades (por primera vez en la historia), más de cien veces que en 1800 (especialmente en grandes metrópolis), la base energética renovable es claramente residual (6%), y el grueso de las necesidades en esta materia (un 80%) se garantiza por los combustibles fósiles (crudo, carbón y gas), aunque es el petróleo la fuente principal que mantiene un mundo crecientemente industrial, urbano-metropolitano y motorizado en funcionamiento. Un 40% de las necesidades energéticas globales está garantizada por el “oro negro” (en los últimos cincuenta años su demanda se ha multiplicado por siete). Sin él, y sin el carbón y el gas (en ascenso) también, el mundo cada día más globalizado, y enormemente devorador de recursos naturales que conocemos (no sólo energéticos), sencillamente no sería viable.

Sin embargo, este mundo urbano-industrial se enfrenta a dos enormes retos. Uno es el cambio de la matriz energética, pues como veremos estamos en el inicio del fin de la era de los combustibles fósiles, que se producirá como resultado de alcanzar el techo de la extracción del petróleo. El otro es cómo se podrá hacer frente a la alimentación de una población en ascenso, cuyo crecimiento y nutrición ha sido en muy gran medida factible hasta ahora gracias a los combustibles fósiles, en especial el petróleo (debido a la agricultura y ganadería industrializadas), a pesar de la extensión de la subalimentación (y hambrunas) a sectores crecientes de la humanidad. Y derivado de ambos, está el gran interrogante de si este mundo nuevo, que todo indica que se va a abrir pronto ante nuestros ojos, podrá seguir funcionando en base a las mismas dinámicas en las que por ahora estamos instalados, o si el fin del petróleo barato, y el encarecimiento generalizado de las materias primas, como primera etapa del previsible agotamiento de los combustibles fósiles, no deparará una crisis muy profunda del actual modelo de sociedad, haciéndolo inviable. A ello se añade el hecho de que la actual deriva de un consumo en ascenso de combustibles fósiles a todos los niveles, está alterando gravemente el clima del planeta, por primera vez en los últimos 10.000 años, cuando la población humana empezó su proceso de sedentarización con la agricultura, que daría lugar más tarde a los primeros núcleos urbanos. Este hecho, por sí solo, está suponiendo grandes repercusiones medioambientales, económicas y sociales, que están amenazando asimismo la continuidad del presente modelo urbano-agro-industrial.

El futuro optimista que nos pintan es inviable

La Agencia Internacional de la Energía (AIE), controlada por los países más ricos y poderosos del planeta (la OCDE), nos dibuja un escenario que, en principio, no parece excesivamente preocupante, a pesar de que se basa en (mucho) más de lo mismo. La AIE nos pinta un posible escenario para el 2030, con más de 8000 millones de población, que supone nada más y nada menos que un incremento del 60% del consumo energético global actual, en el que el grueso de este aumento sería de combustibles fósiles (85%). En este escenario el petróleo seguiría siendo todavía, claramente, la primera fuente energética mundial (el 35%), incrementándose la demanda actual en casi un 50%, como si esto se pudiera solventar sin mayores problemas. Dos terceras partes de este incremento de la demanda de crudo provendrán del transporte, ya que no se prevé que ningún combustible alternativo pueda garantizar en dicho horizonte el fuerte incremento de la movilidad motorizada que se prevé, en un mundo futuro aún mucho más urbanizado y globalizado. La demanda mundial de gas crecerá todavía más rápidamente (un 90% sobre el consumo actual), desplazando al carbón como segunda fuente energética global. Y en conjunto, el incremento de las emisiones de CO2 se dispararán un 62%, lo que choca frontalmente con las mínimas recomendaciones esgrimidas por el Protocolo de Kyoto, para intentar paliar la gravedad del cambio climático en marcha, que no su despliegue. La propia AIE reconoce ya que los países de la OCDE no podrán cumplir con Kyoto en 2010, y que se verán obligados para alcanzar los tímidos objetivos propuestos, a comprar emisiones de los llamados “países en transición” que emiten en la actualidad menos de lo que lo hacían antes de la caída del Muro de Berlín, y el colapso de los regímenes del “socialismo real”.

Una gran parte del aumento del consumo energético previsto tendrá lugar en los países periféricos, sobre todo en las nuevas potencias emergentes (en especial China e India). Todos ellos, tomados en conjunto, consumirán entonces sustancialmente más que los países de la OCDE (al contrario que hoy en día), y éstos últimos incrementarán también enormemente su dependencia energética exterior[2], lo que significará una aguda competencia por unos recursos energéticos que tenderán a ser crecientemente escasos. Sin embargo, la AIE, aunque reconoce este hecho, pues señala que la oferta de crudo de países fuera de la OPEP empezará a declinar a partir del 2010, no estima que sean precisos mayores cambios en la dinámica del business as usual. La razón es que la fuerte demanda adicional de crudo se podrá garantizar en gran medida con la oferta adicional que ponga en el mercado la OPEP (más que doblando su capacidad de extracción actual), y con las nuevas aportaciones que haga Rusia, que se ha convertido ya en el mayor extractor mundial de crudo. Pero aún así, el nuevo incremento de oferta será necesario abordarlo con importantes mejoras tecnológicas, nuevas (y costosas) perforaciones en aguas profundas, nuevas explotaciones en yacimientos cada vez más marginales en tierra, y sobre todo mediante el desarrollo intensivo de los actuales. Eso sí, la AIE reconoce que harán falta enormes inversiones, especialmente en países con altos riesgos políticos, menospreciando el impacto ambiental y social que se pueda derivar de todo ello.

El peak oil, la cruda realidad de los límites naturales y el fin del crudo barato

El llamado pico (o cenit) del petróleo se estima que se producirá cuando se hayan extraído más o menos la mitad del crudo mundial. A partir de ese momento, de acuerdo con la denominada curva de Hubbert, se iniciará un progresivo declive de la capacidad de extracción hasta su agotamiento final. Este tramo de bajada de la curva de Hubbert, está caracterizado por una extracción más lenta, más costosa energéticamente, más compleja tecnológicamente y en definitiva más cara económicamente hablando. De hecho, desde los años 80 se consume más petróleo que el que se descubre, y ya no se producen descubrimientos de grandes yacimientos. Estamos pues viviendo a costa de los macroyacimientos encontrados en el pasado. Ya casi todo el mundo profesional acepta la existencia del pico del petróleo, en lo que no hay acuerdo todavía es cuándo se producirá y cuáles serán sus consecuencias. La AIE dice que no antes del 2030, y que por tanto no es un problema inmediato. Pero un coro creciente de voces empieza a alertar de que ese techo de extracción está bastante más cercano, en torno al 2010, algunos señalan que será en esta década, y otros que puede que estemos atravesándolo ya. Un buen indicador de ello sería la fuerte reducción de sobrecapacidad de extracción en los últimos años, y el acusado incremento del precio del crudo, que ha visto multiplicarse su precio siete u ocho veces desde 1998. El incremento ha sido especialmente intenso en los dos últimos años, cuando distintos acontecimientos mundiales (huracanes como el Katrina, conflictos en Oriente Próximo[3] y Medio, huelgas y luchas petroleras en Nigeria, acontecimientos políticos en Venezuela, etc.) han acrecentado el riesgo de desabastecimiento, provocando una gran volatilidad de los precios del crudo.

Pero no hay fácil sustituto del petróleo por su alta densidad energética, fácil manejo y multiplicidad de usos (¡no sólo energéticos!), aparte de por el peso que tiene en el abastecimiento energético mundial, y sobre todo por la altísima dependencia que manifiestan de él dos sectores absolutamente claves del actual modelo productivo, territorial y social: el transporte motorizado, y la agricultura (y ganadería) industrializada. Sin ellos sería impensable garantizar el funcionamiento del nuevo capitalismo crecientemente globalizado, y abastecer a una población mundial en ascenso, con un cada día mayor componente urbano-metropolitano. De cualquier forma, el “pico del petróleo” será tan solo el primer aviso, de enorme repercusión, como hemos señalado, pero después vendrá el “pico del gas”, probablemente unos veinte años después, o tal vez menos, depende de su velocidad de extracción, que se puede ver aún más intensificada como resultado del progresivo agotamiento del petróleo. El gas está siendo especialmente consumido por los países centrales, que son los que se pueden permitir el lujo de pagar por una energía más “limpia”, pero también cada día más cara. Y bastante más tarde acontecerá la esquilmación definitiva del carbón, pues sus reservas probadas se sitúan por encima de los 200 años, al ritmo actual de consumo. Pero, repetimos, no hay alternativas viables (masivas, concentradas y baratas, la triple condición necesaria en el presente modelo) para garantizar el vacío energético que primero irá dejando el petróleo, y luego el gas natural. Y eso pasando absolutamente de enfrentar el tan temido cambio climático.

Cómo se preparan los poderes mundiales ante estos escenarios

La energía está de moda en los cenáculos de los poderes globales. No es para menos. El FMI alertaba en su cumbre de primavera de que el petróleo podría situarse en breve por encima de los 100 dólares, y que eso tendría una gran repercusión sobre la economía mundial, al tiempo que denunciaba que el alza del crudo se estaba viendo incentivada por la especulación en los mercados financieros de futuros del “oro negro”. El tema estrella de las últimas cumbres de la UE ha sido también cómo Europa va a hacer frente a una situación de creciente dependencia energética e inseguridad de abastecimiento. El último encuentro anual EEUU-UE, previo a la reunión de los Ocho grandes, ha estado también dedicado a la seguridad de su acceso a las fuentes energéticas globales. Y la cumbre del G-8, presidida por Rusia, ha tenido como cuestión central garantizar el abastecimiento energético mundial (bueno, esa era la retórica, la realidad era cómo garantizar el suministro a los grandes consumidores planetarios, y qué papel podría jugar Rusia en ello). Analicemos brevemente el contenido de lo tratado oficialmente en estos acontecimientos.

El FMI está muy preocupado por la repercusión que el precio del petróleo puede tener en el crecimiento mundial. El precio del petróleo, junto con los tipos de interés, son las dos principales variables de la economía capitalista internacional, y a su vez se interrelacionan estrechamente. El precio del crudo repercute, directa o indirectamente, en el precio de prácticamente todas las mercancías mundiales, lo que puede disparar la inflación, y generar una espiral de precios (y salarios –vía conflictividad social-) de difícil contención, viéndose los bancos centrales obligados a intervenir elevando los tipos de interés, lo que a su vez repercute en toda la economía productiva, en las condiciones de financiación, y en la pirámide global de endeudamiento financiero acumulada. El FMI reclama, además, que no existan problemas de abastecimiento, con el fin de disuadir a los especuladores internacionales, que se están convirtiendo en un factor más del alza del crudo. Por otro lado, EEUU y la UE debaten cómo garantizar en el futuro el acceso conjunto a los santos lugares del petróleo y del gas, principalmente Oriente Medio y Asia Central (donde se concentran más de las dos terceras partes de las reservas mundiales de crudo), y qué papel puede jugar en esa tarea cada vez más compleja la cooperación energética transatlántica y, llegado el caso, el brazo armado de Occidente: la OTAN. Pero cada uno de ellos juega también, a su vez, como veremos, a garantizarse su propio acceso a las fuentes energéticas globales, compitiendo entre sí. En el encuentro mencionado se acordó crear un grupo de alto nivel sobre el cambio climático, a pesar de que la Administración Bush no suscribe Kyoto.

Por otro lado, Rusia, atendiendo a la petición expresa del FMI de garantizar el suministro energético global, se ha ofrecido en la cumbre del G-8 (actuando de país anfitrión), como el eslabón crucial que permitirá el abastecimiento mundial, sorteando (por el momento) las incertidumbres ocasionadas por el cartel de la OPEP. Rusia ha recobrado en los últimos tiempos una acusada importancia económica y geoestratégica, basando su nueva fuerza en la extracción y control de los abundantes recursos de crudo y de gas de su inmensa geografía. El documento aprobado en la reunión del G-8 tiene un gran interés, pues significa un paso más allá del elaborado por la AIE, ya que se negocia el futuro energético mundial con nuevos actores fuera de la OCDE, y en dicha cumbre participaban también como observadores China e India, aparte del FMI, BM y OMC.

En el G-8 se apostó claramente (una vez más) por los combustibles fósiles, y por garantizar su suministro, al tiempo que se hacía un especial hincapié (por la presión de Occidente) en que predominasen las fuerzas del Mercado (es decir, no los Estados, sino la lógica empresarial, tecnológica, monetaria y financiera que todavía controla especialmente el tandem EEUU-UE), si bien se hace referencia a la importancia que pueda tener el poder político para garantizar los objetivos energéticos (a instancias de Rusia). Ante tamaña apuesta a favor de los combustibles fósiles, se confía a nuevas (y costosas e impactantes) tecnologías de captura y almacenamiento geológico del carbono, la forma de enfrentar el cambio climático, al tiempo que se aboga por profundizar en el camino de Kyoto (más mercado, en este caso de emisiones y de proyectos de “desarrollo limpio”). Por otro lado, los grandes actores globales declaran su apoyo a la energía nuclear (veinte años después de Chernóbil), cuando están sin resolver los enormes problemas de seguridad y ambientales de esta costosa forma de energía, que sólo ha sido posible desarrollar con masivos apoyos estatales (ver artículo de Paco Castejón en este número). Los principales Estados mundiales, que han desarrollado esta tecnología con objetivos asimismo militares, intentan rentabilizar las inversiones realizadas, al tiempo que la proponen como energía de transición, que “permite” paliar el cambio climático en marcha, ocultando además que el precio del uranio se ha disparado en los últimos años, y que su agotamiento se producirá también en pocas décadas (dependiendo de su uso).

De esta forma, el verdadero objetivo del nuevo espíritu pronuclear es prepararse para un mundo multipolar, con crecientes rivalidades intercapitalistas por el acceso a las fuentes de combustibles globales (o para defenderlas)[4]. Los grandes actores se preparan pues para la guerra. La estrategia del G-8 se completa con la apuesta adicional por el desarrollo de las tecnologías del hidrógeno y la fusión nuclear, a cuyo proyecto ITER (con sede en Francia) están dedicando conjuntamente (sobre todo Europa) enormes sumas de dinero. Pero ambas están todavía en el limbo (en especial la fusión) de poder convertirse en alternativas energéticas reales y viables para las necesidades cada día más energívoras del capitalismo global. Por último, las energías renovables se contemplan como un complemento a esta estrategia energética, presidida también por la lógica de mercado, en sus versiones más centralizadas. Las inversiones que supondrá la plasmación de toda esta estrategia son verdaderamente descomunales, para lo cual se plantea ayudar a movilizar la financiación estatal y multilateral necesaria (BM, bancos regionales de desarrollo, etc), y fomentar y dar “seguridad” también, por supuesto, a la inversión privada. Y todo ello se completa con un llamamiento a luchar contra el “terrorismo internacional”, para garantizar la seguridad de las instalaciones energéticas globales (centrales, infraestructuras, etc.).

La UE intenta garantizar su energía operando como un actor único a escala global

La Unión depende en más del 75% del petróleo exterior, proveniente en gran medida de Oriente Medio, y en más de un 50% del gas de fuera de sus fronteras, principalmente de Rusia, Argelia y Noruega. Estos porcentajes se dispararán en los próximos años, conforme se vayan agotando las reservas del Mar del Norte y siga incrementándose el consumo, haciendo a la Unión más dependiente aún del exterior y, por lo tanto, más vulnerable. Ante esta situación, este año Chirac quiso utilizar la excusa de enfrentar la cuestión energética para justificar Europa, tras el No francés a la Constitución. Una Europa responsable de su propia seguridad Y lo hizo poniendo la force de frappe nuclear sobre la mesa, ofreciéndola como garantía del abastecimiento energético futuro al conjunto de los países miembros. Francia junto con Gran Bretaña son las dos únicas potencias nucleares de la Unión. Chirac planteó que la fuerza nuclear francesa “será la garantía de nuestros aprovisionamientos estratégicos y la defensa de los aliados”; y llegó a amenazar con ataques preventivos contra los “centros de poder” de los países que supongan una amenaza “terrorista” (¿Irán, quizás?).

Dentro de tales aprovisionamientos estratégicos figuran en primer lugar los energéticos, es decir, los combustibles fósiles, pero también todo tipo de materias primas; sobre todo en un momento en que los precios de éstas están sufriendo también una subida espectacular, ante el fuerte aumento de la demanda mundial, su previsible escasez también en el futuro, y hasta por la propia especulación en los mercados financieros de futuros.

Europa ha definido su nueva estrategia energética conjunta en un reciente Libro Verde, en la que se plantea una acción exterior común en esta materia. En ella se aboga porque la UE, en bloque, acuda a los mercados globales de combustibles fósiles como un solo agente, para imponer su capacidad de negociación. Se quiere hacer valer la fuerza mundial de un mercado de 450 millones de consumidores, que puede llegar a hablar con una sola voz. Se pretende también diversificar los abastecimientos de energías fósiles, pues muchos de ellos provienen de regiones “inseguras”, para así garantizar mejor los aprovisionamientos. E igualmente diversificar la energy mix, en la medida de lo posible, con el mismo objetivo: la seguridad energética. Es por eso por lo que vuelve a resurgir el tema de la energía nuclear, a pesar del fuerte rechazo a esta energía que existe en el espacio europeo, y a pesar de que muchos países no tienen, han abandonado ya, o están en trance de hacerlo, la energía del átomo (Francia no, por supuesto). Blair ha sido uno de los primeros en saltar al ruedo con este tema, aparte de Loyola del Palacio por la anterior Comisión, alertando que Gran Bretaña va a tener que importar energía, pues las plataformas marinas cerca de sus costas ya están enfrentando el escenario del pico del petróleo.

Como parte también del objetivo de diversificación y seguridad energética, se observa un apoyo a las energías renovables (eólica, hidráulica, biocombustibles, biomasa, geotérmica y hasta energía marítima), para que cumplan un papel complementario. Además, la Unión se quiere afianzar como líder mundial en el mercado de las renovables, desarrollando y dominando esas tecnologías (en sus formas más centralizadas), para poder sacar jugo económico a las patentes que desarrollen sus empresas. En el mismo sentido, se apuesta también por que el uso del carbón sea parte de la seguridad energética (supone un tercio de la energía primaria), debido a los importantes yacimientos que todavía existen en suelo de la Unión a Veinticinco, al tiempo que se aboga por el desarrollo de tecnologías “limpias” respecto de esta fuente energética, y se destaca la importancia de impulsar las tecnologías para capturar y almacenar el carbono emitido. Y todo ello se complementa con una propuesta de mejorar la eficiencia energética, que puede llegar a ahorrar hasta un 20% (se dice) del incremento de energía previsto para el 2020, invirtiendo en las tecnologías precisas. Europa, sin poner en cuestión la expansión de su consumo energético, quiere convertirse en el líder mundial indiscutible del desarrollo y exportación de las tecnologías “limpias”. Un importante mercado futuro.

La visión promercado y procompetitividad está presente en toda la nueva estrategia energética de principio a fin. Se pone un continuo énfasis respecto a la necesidad de plasmar un verdadero Mercado Único energético, la pata todavía no desarrollada plenamente del Mercado Único (MU) general. Un MU que (junto con la “globalización”) está incentivando aún más las dinámicas de crecimiento y dispersión metropolitana, en el espacio más urbanizado del globo: Europa, y haciendo que se disparen aún más las necesidades de transporte motorizado. Como parte del MU energético asistimos, tras la privatización de gran parte de las empresas estatales en este ámbito, a la progresiva consolidación de “gigantes europeos” energéticos, a través de un baile de fusiones y OPAS en el que se juegan miles de millones de euros (y decenas de miles de puestos de trabajo), y en las que el poder de los grandes Estados de la UE también juega un papel considerable a favor de sus empresas, para orientar las fuerzas del mercado de manera “precisa”.

Esos “gigantes europeos” desempeñarán un papel crecientemente global (ya lo están haciendo), conforme se vaya liberalizando y des-regulando el comercio mundial de servicios. Todo ello se justifica en aras de conseguir mercados más “libres” y competitivos, que permitirán bajar los precios de la energía y comportarán una mayor seguridad. Pero no parece que sea este el caso, y los ejemplos de las consecuencias de la desregulación y liberalización del mercado energético en EEUU, tipo Enron (crisis energéticas en California), alertan sobre la creciente inseguridad de abastecimiento cuando un sector estratégico como éste funciona bajo la lógica del mercado, y el impacto que la búsqueda suprema de beneficio puede tener sobre un servicio público esencial para la población. El libro verde ignora la dimensión social de la política energética. El documento habla de establecer la necesaria solidaridad entre los Estados para garantizar el suministro energético, pero en el campo del abastecimiento eléctrico no se ha planteado por el momento un regulador europeo, y se plantea que sean las fuerzas del mercado las que predominen, contemplando este sector como un campo más de acumulación de capital.

Por otro lado, Europa, que es la más firme defensora del Protocolo de Kyoto, se quiere convertir también a través de él en el líder mundial del comercio de emisiones de CO2. Un jugosísimo negocio (¡de gran futuro!) sobre todo para los mercados financieros, y en parte para las grandes empresas (a través de los mecanismos de “desarrollo limpio”), para sus estrategias de proyección mundial. En este caso, la City de Londres pretende ser el principal mercado global donde se negocien los derechos de emisión, de ahí el apoyo de Gran Bretaña a Kyoto, distanciándose en este terreno de EEUU. Y la propia Unión ya ha establecido un mercado interno de emisiones en el 2005, para “cumplir con sus compromisos”. El cambio climático también se está convirtiendo en un nuevo campo de acumulación de capital. Pero eso sí, ya se reconoce que será un verdadero logro que el incremento de la temperatura se sitúe en tan sólo dos grados a lo largo de este siglo, cuando hasta ahora ha crecido (¡tan solo!) algo más de medio grado, con consecuencias ya claramente visibles. No es para menos, con las proyecciones de consumo energético (fósil) que hemos venido analizando hasta ahora, a pesar de que la nueva estrategia energética europea se venda con el marchamo del “desarrollo sostenible”. Las previsiones más pesimistas sitúan el posible incremento energético hasta en más de cinco grados para finales de siglo, con potenciales consecuencias catastróficas. Y todo indica que nos veremos abocados a ese negro escenario si siguen predominando las dinámicas del mercado, el crecimiento económico y la lógica del beneficio a cualquier precio.

Pero el mercado, y en este caso el mercado energético, cada vez más necesita de la ayuda del Estado, para funcionar (bajo nuevas pautas transnacionales) y expandirse. Desde la creación de redes transeuropeas (y la movilización de la financiación necesaria: Estados, UE, BEI, BERD, etc.), superando la dimensión fundamentalmente estatal de las infraestructuras existentes, hasta la creación de nuevas normas comunes de funcionamiento supraestatal, trascendiendo hasta las propias fronteras de la Unión Europea. En definitiva, se pretende establecer un nuevo marco regulatorio donde el poder político (estatal y supraestatal) cumple un papel trascendental en su alumbramiento. La nueva estrategia energética europea habla de la necesidad de crear una “Comunidad Paneuropea de la Energía” que englobe los espacios vecinos a la Unión: Europa del Este no comunitaria, Magreb y Mashreck. Con todos estos territorios se están impulsando acuerdos de libre mercado bilaterales y multilaterales, y en todos ellos la cuestión energética ocupa un lugar de primerísima importancia, con el objetivo de establecer un clima de inversión “seguro”.

Las redes energéticas transeuropeas también se quieren proyectar hasta estos espacios vecinos, tanto para crear mercados más amplios (con normas comunes), dominados por las grandes empresas comunitarias, como para garantizar el acceso (y tránsito) a las fuentes de combustibles[5], y hasta para poder externalizar plantas generadoras de energía eléctrica altamente contaminantes hacia estos territorios periféricos. Pero el papel de los Estados va bastante más allá en este nuevo capitalismo transnacionalizado (en este caso a escala europea) y globalizado de carácter pretendidamente neoliberal, sobre todo en el campo energético. El nuevo reactor ITER, sería sencillamente impensable sin ayudas estatales fortísimas de los distintos países de la Unión y de los presupuestos comunitarios, y lo mismo cabría decir en relación con la investigación y el desarrollo de las nuevas tecnologías “limpias” centralizadas (de bastante menor peso), que redundarán en nuevos campos de acumulación para el capital privado.

En definitiva, la dimensión energética del nuevo capitalismo europeo y global no se puede entender sin una implicación creciente del poder político (y militar), pues la energía se está convirtiendo desde hace tiempo en el elemento geoestratégico más determinante, y lo será aún mucho más de cara al futuro, conforme nos vayamos acercando a los escenarios de creciente escasez de los combustibles fósiles, y muy en concreto de crudo.

Geopolítica, militarismo y guerra por la energía en un capitalismo multipolar

El petróleo, la mercancía más importante del mundo, opera en un mercado especial que no está privatizado ni liberalizado, fuera de las normas de la OMC, con relativamente pocos trabajadores y muy alta composición orgánica de capital, en donde el peso de un conjunto de Estados (los países de la OPEP) es capaz de imponer una determinada dirección al mismo. La OPEP, fruto de las nacionalizaciones de finales de los sesenta y principios de los setenta, es un cartel estatal atípico en los mercados de materias primas, controlado por los países periféricos con mayores reservas de crudo del mundo, en especial aquellos de Oriente Medio. La OPEP controla un 40% de la extracción mundial de crudo, y posee el 77% de las reservas probadas globales. Además, más de las dos terceras partes del petróleo mundial se encuentra en el subsuelo de países del mundo árabe-musulmán, esto es, podríamos decir que es “islámico”. Las reservas privatizadas de petróleo son muy reducidas (un 13% del total), y están encogiendo aún más, sobre todo después de las recientes nacionalizaciones (Bolivia, Venezuela, etc.), y tras el también reciente reconocimiento de varias petroleras transnacionales de que habían inflado sus reservas, para revalorizar su valor de mercado.

Después de un periodo de enorme importancia de la OPEP en los setenta, cuando acontecen las dos primeras crisis energéticas globales (1973 y 1979-80), que lograron poner a la economía occidental contra las cuerdas, la proyección mundial de este cartel se difumina en gran medida en los ochenta y noventa. La razón de ello es que desde Occidente se impulsa la extracción de petróleo a todos los niveles en otras áreas del planeta (Mar del Norte, América Latina, África Occidental, etc.) para erosionar el poder de la OPEP, que pasa a controlar un porcentaje cada vez menor del mercado del crudo, y así hacer bajar los precios del crudo. En los noventa, el colapso de los países del Este y su integración en la Economía Mundo, hace que se ponga aún más petróleo en el mercado. Y la recesión en todo el sudeste asiático de finales de los noventa, como resultado de las crisis monetario-financieras que asolaron la región, provocó el colapso del petróleo hasta menos de 10 dólares el barril en 1998, lo que profundizó la crisis de Rusia y del rublo. El resultado de todo ello fueron dos décadas de petróleo barato, si exceptuamos el breve, pero intenso, repunte con ocasión de la primera Guerra del Golfo, en la que EEUU hace prevalecer su primacía sobre los santos lugares del petróleo, manteniendo desde entonces una creciente presencia militar en la zona.

Pero esa situación empieza a cambiar en el 2000, y ese cambio se intensifica aún más en los últimos años como hemos indicado. La demanda mundial de crudo empieza a resultar cada vez más difícil de satisfacer por la irrupción de nuevos y grandes consumidores mundiales, en especial China e India, y la importancia de la OPEP vuelve a resurgir cada vez con más fuerza. Además, la OPEP de principios de 2000 no es la de los setenta (con el Sha en Irán, gobiernos amigos de EEUU en Venezuela, un Saddam Hussein prooccidental entonces, etc.), lo que la va convirtiendo en un creciente peligro para Occidente, y en concreto para EEUU y Gran Bretaña. Los países base de las mayores petroleras mundiales, sede de los mercados del petróleo clave del planeta (Nueva York y Londres, que operan en dólares), y que alojan los mayores mercados financieros del globo, en los que el dólar también es el rey (no sólo por supuesto en Wall Street, sino también en la City de Londres). Y, además, EEUU ya no es tampoco el mismo que en los 70, cuando acababa de atravesar su pico del petróleo y era todavía casi autosuficiente en crudo, sino que ya importa más de la mitad del “oro negro” que consume. Y Gran Bretaña tampoco es la misma, ya le ha visto también las orejas al lobo del pico del petróleo, que amenaza su autosuficiencia en crudo.

Este cúmulo de circunstancias, la irrupción de la nueva administración Bush (con fuertes intereses petroleros), y sobre todo los acontecimientos (y la excusa) del 11-S, que abren una nueva etapa conocida como “globalización armada”, en la lucha permanente contra el “terror”, van a provocar un verdadero vuelco en las relaciones entre Occidente y la OPEP, y más en concreto en las relaciones entre EEUU y Gran Bretaña con Oriente Medio, como resultado de la guerra contra Irak.

Irak era el eslabón más débil y apetitoso de la OPEP: demonizado por la llamada comunidad internacional tras la invasión de Kuwait en 1990, y con un subsuelo que alberga las segundas reservas de crudo más importantes, de mayor calidad y fácil extracción del mundo, después de Arabia Saudí. Además, Irak había cometido dos pecados graves: permitir que empresas no anglosajonas (franco-belgas, rusas y hasta chinas) horadasen su subsuelo en busca de crudo, y aceptar el pago del petróleo en euros (en 2000). Una verdadera amenaza para el dólar, si su ejemplo llegase a cundir dentro de la OPEP. Y además, Europa tampoco era la misma a principios del siglo XXI que en los setenta, cuando dentro de Occidente fue la que más sufrió las crisis energéticas de la época. Ahora tiene una importancia económica y un tamaño muy superior, una moneda propia que se está convirtiendo ya en divisa de reserva internacional, y se está dotando poco a poco de una creciente dimensión institucional y militar para respaldar al euro (eso sí, con fuertes tensiones y contestaciones internas). Un verdadero desafío para la hegemonía de EEUU, y del dólar.

La guerra unilateral lanzada por la coalición angloestadounidense contra Irak, sin el apoyo del Consejo de Seguridad (por la oposición no sólo de Rusia y China, sino de Francia y Alemania, los dos países centrales del euro), perseguía podríamos decir distintos objetivos: la apropiación pura y simple del crudo del subsuelo iraquí para las petroleras anglosajonas, la marginación y división de Europa, ayudar a subvertir y destrozar la OPEP, y afianzar la hegemonía del dólar a escala planetaria manu militari. Sin embargo, la situación catastrófica de la posguerra irakí ha hecho que estos objetivos no se puedan alcanzar, y que la ocupación esté suponiendo un lastre tremendo para EEUU y Gran Bretaña. No ha sido posible el robo y saqueo del crudo iraquí (no ha podido ser privatizado), por los acuerdos que ha sido necesario alcanzar en el seno de NNUU (con apoyo de Europa), y dentro de Irak, para intentar “legitimar” (a posteriori) y estabilizar la complejísima situación interna. Se logró en un primer momento la división entre la “Nueva” y la “Vieja” Europa, pero luego hubo que recurrir a su ayuda en el marco de la ONU, y para que aportara fondos de “reconstrucción”. La explosión controlada de la OPEP no sólo no ha sido posible, sino que ahora ésta ha salido reforzada con figuras como Chávez (al que se intentó descabalgar con un Golpe de Estado) y Ahmadineyad (que amenaza a Occidente con desarrollar el arma nuclear en Irán), al tiempo que el gobierno iraquí sigue siendo miembro de la misma y se ha vuelto a recrear una empresa estatal de petróleo. Eso sí, se están dando concesiones a petroleras anglosajonas principalmente, pero la brutal inestabilidad espanta a los potenciales inversores, siendo el nivel de extracción del orden de la mitad que bajo Saddam (dentro del programa “petróleo por alimentos” de NNUU), lo que ha restado capacidad de extracción mundial, contribuyendo también a disparar el precio del petróleo. Y el dólar no solo no ha salido reforzado, sino que la crisis incipiente del billete verde previa a la guerra, se ha reforzado como resultado de los abultados costes bélicos, y de la agudización del déficit por cuenta corriente de EEUU. Un desastre total.

Pero hay más. La fuerte subida del precio del petróleo (y del gas) ha convertido a Rusia en un nuevo gigante mundial, que controla una parte importante de estas dos “drogas” de las que tanto depende Occidente. Y Rusia se vuelve a relacionar de tú a tú con EEUU y Europa. Por otra parte, China ha salido de compras por América Latina y África en busca de recursos de todo tipo, pero muy en concreto de petróleo que importa ya desde principio de los noventa, al tiempo que amenaza con disputar el gas y el petróleo de Rusia también a Occidente, y establece acuerdos privilegiados con el denostado Irán para garantizarse el acceso a sus recursos. Por otra parte, la fuerte alza del precio del crudo beneficia claramente a las grandes petroleras occidentales, que están haciendo literalmente su agosto con las reservas de su propiedad, al tiempo que la inflación amenaza a EEUU y Europa, pero aquellas saben también que esto es pan para hoy, pero hambre posible para mañana, conforme vayan agotando sus reservas.

Además, las nuevas condiciones que se les están imponiendo para operar en los espacios periféricos (p.e. en Bolivia, pero también en otros países: Argentina, Ecuador, Argelia…), están haciendo que el negocio pueda dejar de ser tan atractivo. Y, además también, están apareciendo una gran variedad de movimientos indígenas que luchan por defender sus tierras y recursos contra la actitud depredadora de las transnacionales petroleras, obligando a sus gobiernos y a las empresas transnacionales a tener en cuenta sus reivindicaciones, so pena de revueltas y de interrupciones en la extracción del petróleo. Ogonis, Uwas, Aymaras, etc., etc., rechazan en ocasiones la propia extracción del crudo, pues lo consideran un atentado a la Pacha Mama, o exigen compartir y controlar estas riquezas porque consideran el “oro negro” como un recurso comunal propio. Esto es algo nuevo, hasta ahora el petróleo había sido privado o estatal, pero no un recurso de propiedad colectiva, como p.e. es el agua (hasta ahora) en la gran parte del mundo. Lo mismo podríamos decir que acontece en cierta medida en el mundo islámico. Los valores del Islam consideran esos recursos como algo colectivo, que deberían pertenecer o beneficiar a la Umma, o comunidad islámica, y que no se entienden que puedan ser apropiados por empresas privadas foráneas, o controlados por oligarquías estatales corruptas, que dilapidan ostentosamente dicha riqueza.

De repente la política ha recuperado el primer plano en el mercado mundial del crudo. Es más, el petróleo se ha convertido ya en el elemento central que condiciona toda la geopolítica mundial. Y lo será aún mucho más en el futuro. Todos los grandes actores globales, en un capitalismo cada vez más multipolar, afilan las uñas para defender como sea su acceso a los combustibles fósiles, y para disputárselos a dentelladas si es preciso, una vez que la demanda mundial de crudo (el primero que entrará en declive irreversible dentro de poco) supere a la capacidad de oferta. Entonces, aparte de que el petróleo dispare su precio, y que ello haga que sea cada día más inaccesible para algunos consumidores, alguien se quedará sin el preciado “oro negro”. Esa situación incrementará fuertemente las tensiones geoestratégicas, y muy probablemente asistiremos a disputas con un creciente componente militar, para de una u otra forma hacerse con el petróleo. Las guerras por los recursos escasos no han hecho sino empezar. De hecho, todo lo que ocurre en Oriente Próximo y Medio directa o indirectamente tiene que ver con esto (incluida la reciente guerra del Líbano). Y no sólo eso, el petróleo junto con las monedas mundiales, se va a convertir en un elemento central de las pugnas hegemónicas en marcha. Nunca como hasta ahora han estado el dinero, el petróleo y el poder más interrelacionados.

La necesidad de caminar hacia un mundo postfosilista

La “Guerra contra el Terror” no es otra cosa que la “Guerra por Petróleo”, y por extensión por la defensa de la hegemonía de EEUU y del dólar. Y lo será aún más cuando empecemos a atravesar el pico del petróleo. Todo indica que estamos entrando ya en la tercera crisis del petróleo, que sin lugar a dudas será la definitiva. Dicha crisis marcará el imposible futuro del presente modelo urbano-agro-industrial. La imposibilidad del crecimiento económico continuo a partir de entonces, debido a que el suministro energético será declinante desde ese momento (la primera vez en más de doscientos años), será el mayor ataque que se puede prever a la lógica capitalista de expansión y acumulación constante. El colapso del modelo actual puede ser catastrófico u ordenado, en la transición obligada a un suministro energético decadente, pero en cualquier caso es inevitable el paso a un nivel de complejidad e interrelación inferior.

La adaptación a ese nuevo escenario puede ser una oportunidad de oro para caminar hacia otros mundos posibles, si la hacemos de forma equitativa y consensuada, intentando solventar de forma pacífica los conflictos que sin lugar a dudas se producirán (que ya están aquí). Pero también existe el peligro de entrar en un periodo prolongado de caos sistémico, militarismo, guerra y autoritarismo generalizados, con escenarios tipo Mad Max. Por eso el “No Blood for Oil” (“ninguna sangre por petróleo”) debería ser el lema que presida la movilización y transformación social en el futuro, pues de él se desprende también la necesidad de caminar hacia una profunda transformación del modelo de sociedad, pareja a una fuerte reducción del consumo energético. Se han perdido treinta años preciosos para esa transformación desde las últimas crisis del petróleo, y hoy nos encontramos en una situación aún más difícil para iniciar el camino hacia un mundo post-fosilista. Esta transformación debería haber sido ya obligada para abordar el cambio climático en marcha, pero tendrá que ser forzosa y total dentro de como mucho doscientos años, que no son nada en términos históricos. Ese mundo debería estar basado en energías renovables (principalmente solar y derivadas), con estructuras sociales y productivas más autónomas y descentralizadas, y será sin duda menos urbanizado, menos interdependiente, menos industrializado, seguramente menos poblado y con un mundo rural vivo. No nos queda espacio ya para desarrollar estas propuestas. Continuará.

Bibliografía

BERMEJO, Roberto: “El inminente techo del petróleo y sus consecuencias”. www.euskonews.com

CAFFENTZIS, George: “No blood for oil. Energy, class struggle and war”. www.radicalpolYtics.org

CE (Comisión Europea): “Libro Verde sobre Energía”. CCEE. Bruselas, 2006.

G-8 (Statement on energy): “Global energy security”. San Petersburg, 2006.

GARCÍA, Ernest: “Del Pico del Petróleo a las visiones de una sociedad postfosilista”. En Mientras Tanto nº 98, primavera 2006.

MARZO, Mariano: “El hombre del hidrocarburo y el ocaso de la era del petróleo”. En Mientras Tanto nº 98, primavera 2006.

SEMPERE, Joaquín: “Los riesgos y el potencial político de la transición a la era post-petróleo”. En Mientras Tanto nº 98, primavera 2006.

[1] Este texto ha salido publicado por la revista Viento Sur (www.vientosur.info), en otoño de 2006, dentro de una carpeta monográfica sobre energía. En la actualidad el autor está desarrollando y ampliando sustancialmente este texto para sacarlo como libro.

[2] El conjunto de la OCDE importará el 85% de sus necesidades energéticas, siendo esta dependencia especialmente intensa en los países de la OCDE asiáticos, algo superior a la media en los europeos, y bastante menor que la media (el 55%) en América del Norte (EEUU, México y Canadá). En este caso, la hiperpotencia, el mayor consumidor per capita del mundo, y que ya importa más del 50% del crudo que utiliza, se aprovechará de las reservas de crudo de sus vecinos, a través del Tratado de Libre Comercio.

[3] El máximo hasta ahora se ha alcanzado en la reciente guerra de Israel contra el Líbano: 78 dólares.

[4] De hecho, los principales Estados periféricos que han desarrollado en los últimos veinte años la energía nuclear civil, los únicos que han seguido desarrollando esta energía mientras las inversiones en nuevas centrales se paralizaban en Occidente y en Rusia, lo han hecho con objetivos fundamentalmente militares.

[5] Nuevos gaseoductos y oleoductos hacia el región del Caspio (nuevo oleoducto Baku-Ceyhan), Norte de África y Oriente Medio que pasen por países amigos, o que permitan asegurar los abastecimientos. Lo acontecido este último año con Ucrania, cuando este país decidió cortar el suministro de gas de Rusia, ha hecho saltar todas las alarmas. Y nuevas infraestructuras de transporte para Gases Licuados, que posibiliten diversificar la dependencia respecto del Gas Natural de Argelia y Rusia.

domingo, 7 de febrero de 2010

CO2 ; El nuevo trafico de indulgencias

Por Umberto Mazzei

Ginebra, 10/01/2010.



El elemento esencial de las indulgencias es la cesión a favor de una persona de los méritos realizados por otros. La doctrina básica era que la oración y las buenas obras tienen un valor acumulable que constituye el “Tesoro de la Iglesia”, una cuenta en el otro mundo. El depósito inicial serían los méritos de Jesús, luego abonaron los santos y miles de conventos y millones de devotos que elevan sus rezos[1]. Esas santas emisiones sumaron a la iglesia unos “trillions” en misericordia celestial. La iglesia giraba sobre esa cuenta divina a favor de los pecadores que hacían la buena obra de dar a la iglesia dinero sonante y de este mundo.



La Historia nos cuenta como esa ávido truco creó un mercado conocido como el “Tráfico de Indulgencias”. Un tráfico que fue de las más graves acusaciones esgrimidas por la rebelión protestante y que obligó a reformar el uso de sus indulgencias a la propia Iglesia Católica.



Ahora se habla otra vez del cielo y otra vez de indulgencias. Los ricos compran unos “Bonos de Carbono”, que les perdonan sus emisiones y que obligan a los países en desarrollo a no aumentar las suyas. El efecto es congelar la mala repartición de la riqueza mundial. Como en la OMC, con subsidios a la agricultura de los ricos, que arruinan la agricultura de los pobres. Otra vez los pobres deben salvar el planeta y redimir a los pecadores ricos. Lo peor, es que la histeria creada en torno al CO2 , un gas benéfico, desvía hacia un fantasma futuro, la atención que requiere la presente y muy real contaminación ambiental.



La verdadera contaminación ambiental

El planeta está contaminado y se continúa a contaminar. Una culpa es la ignorancia, pero la causa mayor es la codicia, la prédica del lucro como fin supremo. El estimular al consumo para ganar más y ahorrar gastos dejando impregnar el aire, la tierra o el mar de desechos tóxicos. Minería a cielo abierto. Lagos, ríos y playas negras de petróleo. Sobre-pesca. Bosques talados para soya y palma aceitera. Plásticos y desechos tóxicos en el mar. Basura indiscriminada. Desechos tóxicos vaciados en acuíferos. Munición radioactiva de la OTAN causando bebes deformes. Bombas racimo israelíes que matan niños libaneses. La lista es muy larga y no se convoca ninguna cumbre mundial para remediarlo.



Casi todo lo ensuciado se puede limpiar y recuperar, con un esfuerzo. Europa ya recuperó muchos lagos, ríos y bosques. El alto nivel de educación y una conciencia pública ambiental obligó a sus políticos a actuar y sin dejar de ser una gran potencia industrial. El país más contaminador con restos tóxicos son los Estados Unidos (que además produce el 30% del CO2 mundial), pero eso casi no se dice. El Pentágono contamina el mundo entero con su guerra sin fin y desde unas 800 bases, pero esas emisiones no cuentan. Estados Unidos pide en todas las negociaciones –Kyoto o Copenhagen - que la contaminación del Pentágono quede excluida[2], que no se mida; por razones de seguridad, naturalmente.



La diabolización del CO2

Otra vez la pureza del cielo la asedia un demonio. Otra vez el diablo es un ángel caído: el CO2, el gas con que la fotosíntesis produce oxigeno. Las plantas decaen si el CO2 baja a 220 ppm[3] y mueren con 160 ppm. El nivel optimo es cerca de 1000 ppm.



El aire es una mezcla de gases, 78% de nitrógeno, 21% de oxígeno y 1% de otros gases, entre ellos el CO2[4]. Esa ínfima parte de CO2 oscila con los océanos: el agua fría absorbe CO2 y el agua caliente lo libera. Los océanos almacenan un 25% del CO2 para plantas y seres marinos. El CO2 es parte de la respiración humana. Cuidado, que de pronto nos cobran por respirar.



Hay una campaña para culpar al CO2 por un aumento de la temperatura terrestre. El trompetista más notorio de la acusación es Al Gore, que no es un científico, sino un político norteamericano. Su documental “Una verdad inconveniente” manipula desde el título mismo. Su error más neto es decir que los mares se calientan por las emisiones de CO2, cuando es a la inversa; el mar primero se calienta y luego emite más CO2. Es un hecho básico conocido y explica la coincidencia de las curvas ascendientes de temperatura y CO2. Temo que es otro caso de etiquetar con lo contrario para vender fechorías: una mentira conveniente.



Sabemos, desde bachillerato, que la temperatura terrestre fluctúa con las radiaciones solares. La vida existe porque hay “Efecto Invernadero” y el gas que más lo causa es el vapor de agua, las nubes. La tesis del “Calentamiento Global Generado por el Hombre”[5] parece explotar con fines políticos la simpatía de quienes queremos defender el ambiente de la contaminación. Se está fabricando un pretexto para imponer una autoridad mundial que administre el uso de la energía fósil, cree nuevos impuestos, cree otro mercado de valores falsos y desarrolle un mercado para bienes ambientales con tecnología de las empresas apátridas. Mientras tanto, se desvía la atención de la contaminación verdadera.



Contradicciones desde el origen

En 1988, se creó en la ONU un “Panel Intergubernamental de Cambio Climático-IPCC[6] que contrató un grupo de expertos. En 1995 los expertos presentaron un borrador que decía:

“1. Ningún estudio ha mostrado evidencia de cambio climático debido a gases de invernadero;

2.Ningún estudio atribuye algún cambio climático atribuible a las actividades humanas.”



En el Sumario para legisladores del reporte final del IPCC se cambiaron esas dos claras negaciones por una afirmación que dice: “La balanza de la evidencia sugiere una influencia humana discernible en el clima global.” Hubo un gran escándalo[7]. Los expertos contratados por el IPCC se indignaron, muchos renunciaron y exigieron al IPCC que se borrase sus nombres del Reporte Final.



Millares de científicos firman su desacuerdo con el informe del IPCC. Alguno puede que sea pagado por las petroleras, como dicen, pero tienen buenos argumentos. Todos dicen que desde siempre han habido cambios globales de temperatura. Épocas de hielo hasta los Alpes y otras calientes (900 -1200) en que la helada Groenlandia era verde y una flota china surcó el Ártico. Otro argumento válido es que los astrónomos reportan un aumento de temperatura general en todos los planetas, por una mayor actividad energética del Sol[8]. No parece culpa humana.



El mercado del Carbono

Es la idea favorita de grandes empresas, bancos, políticos y algunas ONGs. Una autoridad mundial administraría un mercado de derechos a emitir CO2. El volumen de emisiones legal sería el de los niveles históricos, o sea, que no se disminuye, se congela. Quienes sobrepasen el nivel de emisiones legal pueden comprar bonos a quienes emiten menos de lo permitido. Europa tiene algo así con el nombre de Sistema de Comercio de Derechos de Emisión (EU ETS). El Presidente Sarkosy ya anunció de impuestos indirectos (consumidor) al carbono.



Congelar las emisiones históricas es la esencia de la propuesta. El desarrollo necesita energía y esa proviene- hoy - de combustibles fósiles que generan CO2 y también gases tóxicos. El mercado de carbono es un medio para frenar a los países en desarrollo y crear otra bolsa para jugar con las emisiones de dólares sin fondos que contaminan la economía internacional.



Pandemonio en Copenhagen

El objetivo oculto de la cumbre en Copenhagen era poner precio al CO2. Se presentó un papel ya “negociado” con los países en desarrollo “cooperativos” de siempre. El acceso a las reuniones se jerarquizó. Se admitió sólo a países representados por presidentes y se excluyó a los representados por Cancilleres. Una clara violación del derecho internacional. Aún así, se excluyó a Hugo Chávez y Evo Morales, presentes en Copenhagen, por no ser “cooperativos”.



Luego ocurrió algo para los anales de la mala práctica diplomática. El Primer Ministro de Dinamarca, Anders Rasmussen, con el papel en la mano, ordenó a los países estudiarlo en una hora, aprobarlo y cerrar la sesión. Se levantó para irse, pero la Secretaría lo invitó a escuchar a las delegaciones que pidieron la palabra. Dejó hablar, pero sólo a los de siempre.



La delegada de Venezuela, Claudia Salerno, golpeó inútilmente con su pancarta, pidiendo la palabra. Al final, con su mano sangrante increpó a Rasmussen: “¿Es que debo tener sangre en las manos para poder hablar? ¡Esto es una vergüenza!”. Al fin se le dio la palabra. Le siguieron Cuba, Bolivia y las otras delegaciones del ALBA, todas rechazando el papel.



El Sr. Rasmussen escuchó, sin tomar notas como hace todo presidente de una reunión. Luego vino la segunda “gaffe”, sin más, preguntó cuantos estaban en contra, para pasar a votación. De nuevo Venezuela lo puso en su lugar y le recordó que las decisiones en la ONU se toman por consenso. El Sr. Rasmussen pidió una pausa, de la que ya no regresó. La reunión terminó presidida por un Vicepresidente, de Bahamas, quien hizo lo adecuado: tomar nota del papel.



Conclusión

Combatir la polución es urgente. Señalar el CO2 con el espantajo del “Cambio Climático” parece una fabulación dirigida a controlar el CO2, que es controlar energía. Se quiere crear un derecho adquirido al consumo de energía y el derecho de negarlo a otros. La OMC es ejemplo del juego con niveles históricos: quienes daban subsidios agrícolas antes los pueden seguir dando y se prohíbe darlos a quienes producían sin usar subsidios. No estamos locos y no esperamos un resultado distinto. Errare humanum est, perseverarem diavolicum.

[1] Tomás de Aquino, Summa Theologica,1947, en sacred-texts.com

[2] Bryan Farrell: "The Green Zone: The Environmental Costs of Militarism", 2009

Jeffrey Salmon: "National security and military policy issues involved in the Kyoto treaty," George Marshal Institute, May 18, 1998: “complete military exemption from greenhouse gas emissions limits.”

[3] Ppm : partes por millón. Es el número de moléculas de dióxido de carbono (CO2) dividido por el número de todas las otras moléculas presentes en una cantidad de aire.

[4] El porcentaje de CO2 en el aire varia entre 0,036% y 0,039%.

[5] Antropogenic Global Warming-AGW

[6] Intergovernmental Panel of Climate Change (IPCC)

[7] Zbignew Jaworosky: CO2 : The greatest scandal of our time, Science, March 16, 2007.

Tom Segalstad: The distribution of CO2 between Atmosphere, Hydrosphere, and Lithosphere; Minimal Influence from Anthropogenic CO2 on the Global “Greenhouse Effect,” 1995, Global Warming Debate, European Science & Environmental Forum, 1996.

[8] Pier Corbyn et al.:www.weatheraction.com: “The most significant and persistent cycle of variation in the world's temperature follows the 22-year magnetic cycle of the sun's activity… IPCC uses the 11 warmer ones.”

viernes, 5 de febrero de 2010

SOBRE EL PODER (en torno a un libro de Eugenio Trias)

Gustavo Bueno
Oviedo


I

Las meditaciones sobre el Poder tienen un carácter moral o ético –son «filosofía moral», y en esto estamos casi todos de acuerdo. Toda reflexión sobre el Poder (aunque, en sus comienzos, no sea estrictamente filosófica, sino científica, categorial) alcanza inmediatamente resonancias morales, por tanto: induce a una meditación filosófica. «El Poder (El Estado) es el Padre» –dice una fórmula muy extendida que intenta penetrar categorialmente (puesto que «Padre» es un concepto categorial, histórico, sociológico &c.) en la esencia del Poder. Pero la penetración en esta esencia «categorial», induce, aunque no lo quiera, múltiples «líneas de fuerza» constitutivas de un campo moral, a la manera como la corriente que pasa por un conductor induce un campo magnético cuyas líneas de fuerza envuelven al cable. Para muchos psicoanalistas, decir «El Poder es el Padre» es tanto como condenarlo, sugerir la iniciación de la tarea edípica de la «muerte del Padre». Y, sin embargo, curiosamente, esta fórmula «revolucionaria», tan grata a muchos «freudornarxistas», es también la fórmula de los monarcómanos más reaccionarios (Filmer, por ejemplo, en su Patriarcha): El Poder es el Padre, y procede de nuestro primer Padre Adán, que lo recibió de Dios Padre y lo transmitió por herencia a las diversas dinastías legítimas que reinan en la tierra. Ocurre simplemente que el intento de comprender al Poder (al Rey, al Estado) es decir, a las categorías políticas, a partir de las categorías familiares, es tratar de entender el Poder político en los términos morales que envuelven necesariamente estas categorías. (Si se dice: «El Poder es la Madre» no cambia la situación; ni tampoco cambiaría si se dijera –acaso con mayor fundamento etnológico– que el Poder, el Estado, es «el Hermano mayor de la Madre», es decir, si se dijera que «El Poder es el Tío»).

Trías comienza su libro desde más atrás: No pone los fundamentos del Poder en las especies del «Padre», la «Madre» o el «Hermano mayor de la madre» sino en un suelo más genérico, aquel género que se cita en la frase de Espinosa: Nada sabemos acerca de lo que puede un cuerpo. Y comenta esta sentencia diciendo: «Nada sabemos, o muy poco, respecto de nuestro poder». Sin embargo, y a pesar de la generidad de esta afirmación, me parece que ella no es enteramente cierta. Sabemos bastantes cosas acerca de los cuerpos, en cuanto fundamentos del Poder, y estas cosas que sabemos, aunque reclamen por sí mismas muchas veces un significado estrictamente [121] categorial (científico, etológico, por ejemplo) tiene inmediatas resonancias morales. Una investigación estadístico-etológica reciente (que podría servir de comentario a la sentencia de Espinosa) arroja los siguientes resultados: Los obispos tienen (en promedio) una talla (referida al cuerpo) mayor que los párrocos; los Rectores de Universidad suelen ser también más altos que los Decanos de Facultad; los Generales, sobrepasan en estatura a los Coroneles que no llegan al generalato, así como los jefes de Gobierno son más altos, en promedio, que sus ministros (Las excepciones –Napoleón, Lenin– son casos que requieren, como es habitual, una explicación particular). Ahora bien, a los Obispos, Rectores, Generales y jefes de Estado se les atribuye generalmente más poder que a los Párrocos, Decanos, Coroneles o Ministros, respectivamente. Concedamos que estos resultados se tienen como mera constatación de un hecho (etológico, psicológico): es evidente que, no por ello, son neutros en cuanto a su significado moral, aunque no sea más que porque ellos parecen conculcar una cierta norma moral que (supondríamos) preside nuestras sociedades democráticas, a saber: Que las funciones de Obispo, Rector &c., dependen del mérito (consecutivo a la posesión de ciertas cualidades intelectuales y morales y, suponemos también, ligadas a la libertad, y no a la naturaleza, para hablar en lenguaje kantiano), no de la talla. Sin embargo, estos resultados nos sugieren que al menos determinadas cualidades morales (ligadas a una situación de Poder, están sujetas a una condición física (al cuerpo, a su talla) pese a que pocos estarían dispuestos a reconocer semejante subordinación, caso por caso. Pero aquello que el plano de cada individuo (la autoridad) aparece dimanando de determinadas cualidades morales (estimadas en la eventual elección democrática) en el plano estadístico (de la «clase») se nos revela subordinado a propiedades corporales «groseras», que tienen que ver con la fuerza física: la libre elección democrática resulta estar sometida al prestigio del poder físico más elemental. Y esto nos pone inmediatamente delante de las cuestiones más típicas de la filosofía moral.

¿Y qué podemos entender por «filosofía moral», qué podemos entender por «meditaciones sobre el poder en sentido filosófico-moral? Seguramente dos géneros de argumentación muy diferentes, aunque aparezcan tenazmente confundidos en el nombre común de «Filosofía» o de «meditación filosófica» sobre el Poder.

A) Ante todo, un tipo de meditación sobre el Poder que comienza por la consideración del Poder en general (por la consideración de los elementos más abstractos y genéricos de la Idea de Poder, supuesto que lo más genérico sea también lo más originario) y que sólo después de creer estar en condiciones de pasar a considerar las diferentes especies del Poder (y, en particular, las especies que nosotros propondríamos; como las especies «originarias», los «parámetros» del Poder, sus «primeros analogados» a saber, las especies del «Poder político»). Este tipo de meditación sobre el Poder, propenderá a autoconcebirse como neutral respecto a las diferentes especies del Poder, y reclamará un signo puramente ontológico (Al no «comprometerse» con ninguna de las determinaciones del Poder, permanecerá, intencionalmente al menos, al margen de toda formalidad moral –y su condición de «filosofía moral» le afectará sólo por parte de la «materia»). De este modo, la meditación filosófica sobre el poder, comporta, de hecho (incluso como condición) el «enfriamiento» de todo interés particular por el poder político (que nosotros considerarnos como el «primer analogado», al menos ordo cognoscendi, de la Idea de Poder).

En cualquier caso, este «enfriamiento» del interés por la meditación sobre el Poder político no es solo el resultado al que se llegue a partir de una determinada actitud filosófica. Tiene también una fuente antifilosófica, que mana, no ya del desinterés por el Poder político sino simplemente del desinterés por la meditación filosófica, un desinterés que se presenta a veces como la contrafigura del interés por el poder político mismo, por su ejercicio. La primera situación se configura en el momento en el cual el regressus hacia la Idea del Poder se aleja de tal modo de aquello que consideramos su «parámetro» (su «primer analogado», el Poder político) que, en el límite, solo puede volver (en el progressus) a él en cuanto que es la negación del Poder, en cuanto este «parámetro» sea reducible a la condición de categoría ajena de todo punto a la moral (un poco en la línea de la primera parte de El Político de Platón –una parte que podríamos hoy denominar «etológica, cuando el arte político se nos clasifica en el mismo género al que pertenece el arte de los boyeros, se incluye dentro del arte de los «conductores de rebaños», distinguiendo cuidadosamente entre los «rebaños con cuernos» y los «rebaños sin cuernos»). La segunda situación aparece siempre que se pretenda la sustitución de la meditación sobre el poder por el activismo político: esta pretensión parte de la estimación de que toda meditación sobre el Poder (y muy particularmente, sobre el poder político) es un pasatiempo indigno de cualquier persona madura (políticamente madura); un pasatiempo infantil, que está fuera de lugar para toda persona adulta que, simplemente, se ejercita en la práctica (en la praxis) de la dominación. Calicles, en el Gorgias platónico, podría servirnos de paradigma; pero también Nietzsche hubo de recorrer (intencionalmente, al menos) el mismo camino. («La naturaleza interna del ser es Voluntad de Poder; goce es todo aumento de poder, y desplacer de todo sentimiento de no poder hacerse el amo» dice en su Voluntad de dominio, 693).

Estas situaciones coinciden al menos en este punto: en el desinterés por la meditación filosófica centrada especialmente en torno al Poder político. Por ello es preciso no confundir estas situaciones con las que ocupan aquellos que, sin perjuicio de ver en el poder político poco menos que el mal, creen necesario alimentar la constante meditación sobre el poder político, orientándola al conocimiento de sus leyes, a fin de ayudar a su definitiva demolición.

B) Pero también, un tipo de meditación sobre el Poder que comienza precisamente con el reconocimiento de la multiplicidad de las especies del Poder y de su mutuo conflicto; por tanto, con el reconocimiento de alguna de estas especies como «primer analogado» de la Idea de Poder. Este tipo de meditación no se autoconcebirá, de entrada, como neutral ante las diferentes especies del Poder y el reconocimiento de esta imposibilidad de neutralidad, tendrá un significado crítico. La [122] meditación filosófica arranca ahora de la conciencia de la necesidad de tomar partido entre alguna de las especies del Poder (pongamos por caso: de tomar partido entre el poder del Papa y el poder del Emperador –Marsilio de Padua, Guillermo de Occam–). La meditación sobre el poder se reconoce ahora como una meditación práctica, moral (includens prudentia), y es a partir de aquí (el deber ser) a partir de donde cree preciso regresar a la Ontología (al ser). Porque tanto si ponemos las diversas especies conflictivas del poder en las relaciones entre individuos, como si la ponemos entre las instituciones, o entre las élites, o entre las clases sociales en lucha (o acaso también entre los Estados) es evidente que si los conflictos se mantienen de un modo regular (sociológica o incluso jurídicamente, con el consensus de las partes) –y en otro caso no cabría hablar de Poder– ello será debido a la estructura real en que se asientan: una realidad que nos remite a su Ontología. Y Ontología será no sólo la tesis que suponga una tendencia al incremento positivo del Poder (en la adición de las cantidades de las distintas especies de Poder) de una sociedad dada, como la tesis que suponga una tendencia a la baja, o como la tesis conocida que supone que la adición de las cantidades de poder de diversa especie correspondientes a un sistema social dado arroja una suma cero.

Estaríamos acaso en resolución ante dos tipos de filosofía irreductibles. A la del primer tipo, la llamaríamos metafísica (ontológico-metafísica); a la del segundo, le llamaríamos dialéctica. Por supuesto, cada una de ellas tendrá que cumplir el trámite de reducir a la otra, destruyéndola (la filosofía dialéctica, pretenderá que también la metafísica es una filosofía «partidista», sólo que «mala», «inmoral»). La distinción entre ambos tipos de Filosofía no puede trazarse con la misma línea divisoria que separa una «filosofía especulativa» de una «filosofía práctica»: en ambos casos, se trata sin duda de «filosofía práctica». Más bien habría que decir, por ejemplo, que la filosofía metafísica es una «falsa filosofía» (una parodia de Filosofía) mientras que la filosofía dialéctica es «verdadera filosofía» (aunque no por ello pueda siempre estimarse como «filosofía verdadera»){*}.

Desde luego, por nuestra parte, nos apresuramos a clasificar al libro de Trías sobre el Poder como «filosofía metafísica», como una falsa filosofía, como una parodia de la filosofía del poder. La crudeza de nuestro «diagnóstico» tiene por objetivo, primero el ahorrarle tiempo al lector de esta nota, –al lector interesado en conocer la opinión del crítico. (No tiene por objeto formular un diagnóstico que se presente como indiscutible o como inmediatamente evidente). A este lector quiere el crítico decirle que, conservando intacto su afecto por Trías, espera que pueda remontar su vuelo en ulteriores obras.

La filosofía dialéctica del poder, en cuanto crítica de la metafísica (crítica de su indeterminación) es una filosofía de orientación esencialmente histórica. (La indeterminación de la Filosofía metafísica se manifiesta principalmente en su ahistoricismo, en su intemporalidad). Una meditación dialéctica, crítica, sobre el Poder sólo puede llevarse adelante sabiendo, desde el principio, que las opciones (el sistema de las opciones o alternativas teóricas) que cabe asumir ante el Poder no podrían por menos de haber sido ya esbozadas en el origen de la misma meditación filosófica sobre el poder, a saber: en Grecia. Por tanto, toda meditación filosófica, y crítica, sobre el poder, ha de comenzar metódicamente por regresar a las meditaciones de los filósofos griegos. Esta conclusión es, por tanto, crítica: crítica de la ingenuidad de quien cree posible emprender una meditación sobre el Poder «elevando los ojos al Cielo», y dirigiéndose «a la cosa misma», para captar su esencia. Porque no solamente el Poder es una cosa histórica –y no metafísica– sino que también la meditación sobre el Poder ha de tomar (para ser dialéctica) la forma de una meditación histórico-filosófica. No es cuestión de querer mantener una meditación al margen de los clásicos; es cuestión de poder mantenerse de hecho al margen. Porque en las polémicas de los sofistas, y en las sistematizaciones de Platón y de Aristóteles, de Epicuro o de Panecio, es donde se encuentran ya cristalizados los planteamientos filosóficos que la Idea del Poder implica. Es aquí en donde la Idea del Poder ha alcanzado su perspectiva filosófica, mediante la formulación de las líneas de su symploké con las Ideas del Bien y de la Felicidad. Desde entonces será ya imposible una meditación filosófica crítica sobre el Poder que se mantenga separada de la Idea del Bien (y del Bien Supremo, de la Idea de lo Mejor) y de la Idea de la Felicidad –de parecida manera a como, una vez organizada la Geometría griega, será ya imposible una «meditación matemática» sobre los Poliedros regulares que se mantengan al margen de los conceptos de cara, vértice y arista. Frente a aquellos hombres superficiales que intentar entender el nexo entre el Poder y la Felicidad al margen de la Idea del Bien es decir, frente a aquellos que creen posible reducir la Idea del Poder a términos categoriales, autónomos –Sócrates demuestra que no hay verdadero Poder a espaldas del Bien, ni tampoco hay verdadera Felicidad. Arquelao, hijo de Perdicas, Rey de Macedonia –o el Gran Rey– no pueden ser felices (dice Sócrates a Polos) aunque detenten el poder tiránico. Calicles (digamos también: Nietzsche) se mueve en la superficie: «Te declaro que estas tres palabras: Fuerte, Poderoso, Mejor expresan la misma Idea». Pero entonces –replica Sócrates– las leyes de la mayoría (las «leyes del rebaño») serán las mejores, porque son las más fuertes. «¿Cómo puedes imaginarte –responde Calicles- que voy a considerar como leyes los acuerdos tomados por un rebaño de esclavos o por gentes de toda laya cuyo único mérito es acaso la fuerza física?». Pero con esta pregunta Calicles, el aristócrata, ha firmado para su doctrina la sentencia de muerte –porque ha reconocido que (con el advenimiento de la democracia) la fuerza ha dejado de ser patrimonio de la aristocracia. Y con ello, el aristócrata (viene a decir Sócrates) tendrá que reconocer que el verdadero Poder no consiste en la aplicación de una fuerza arbitraria y caprichosa sino en el sometimiento de esta fuerza a una norma, a una legalidad, a un Bien, que está por encima de la propia aristocracia. Es necesario, por tanto, regresar a la consideración del Bien –y [123] no sólo a la buena forma de una estructura suma cero, sino al Bien Supremo, a la Ontología; porque de otra suerte, la meditación sobre el poder se degrada, transformándose en mera casuística psicológica, cuya expresión es el discurso lírico de Nietzsche, el impotente–. Pero no sólo el Poder está entretejido con el Bien; también está entretejido con la Felicidad (cuando éste no se reduce a un mero concepto psicológico, a la vivencia placentera que pueda serle atribuida a un buey –ya sea el buey comedor de guisantes, del que habla Heráclito, ya sea un buey Apis, del cual habla Aristóteles). Porque la felicidad no sólo alcanza su significado filosófico por el intermedio de la Idea del Bien –y, por tanto, por la mediación de la Idea de Poder, en tanto va entretejida con la Idea del Bien. «Cuando el alma se imagina su impotencia se entristece»– nos dice Espinosa en la proposición LV del libro III. No es posible la Felicidad al margen del Poder. Hay una «conexión de esencias», una symploké, que Espinosa reconstruye de nuevo dentro del marco trazado por los filósofos griegos. El Poder es poder en cuanto es Bueno; la felicidad también incluye el Bien (cuando es un concepto moral); y por ello la Felicidad incluye el Poder, la libertad, por que la impotencia es mala: por ello el esclavo no puede ser feliz, porque no tiene poder, ni es, por tanto, bueno que haya esclavos. ¿Hay que desembocar entonces en el Poder político (o al menos, en alguna de sus numerosas especies) como el lugar en el cual toma cuerpo el verdadero poder por tanto, como el lugar en el cual el poder se hace mediador entre el Bien y la Felicidad? Tal fue la enseñanza (dentro del círculo peripatético) de Dicearco de Mesina, en contra de Teofrasto (Cicerón, Ep. ad Att., II, 16). Aristóteles había formulado ya las razones principales de Dicearco: «Habrá quien sostiene que el supremo poder (político) es lo más apetecible de todo, porque aquellos que los disfrutan están capacitados para efectuar el mayor número de actos nobles» (Política VII, 3). Sin embargo Aristóteles duda de que la verdadera vida sea la vida activa y política –pero esta duda se apoya en la evidencia en otro poder que se considera superior, en la autarquía de la cual el Acto Puro constituye verdadero paradigma. Desde luego, el poder político tiránico y arbitrario, no proporciona la felicidad: Esta ilusión es un efecto producido en aquellos pueblos que pueden satisfacer sus ambiciones de conquista (como los Escitas, los Persas, los Tracios, los Celtas– y Aristóteles cita también, en este contexto, a los Iberos). Platón, en su famosa digresión del Teeteto (17 3 E) había trazado la imagen del sabio feliz, cuando «dirigiendo su vista a la naturaleza de todos los seres del Universo», no se rebaja ante ningún objeto de los que le rodean y ni siquiera conoce el camino hacia la plaza pública (hacia la «política»). Es el retrato más puro del «filósofo gnóstico», el diseño de la forma de vida teorética que Heráclides Póntico (a partir de la doctrina de las tres almas de Platón, de la doctrina de las tres clases sociales) proyectará retrospectivamente sobre los pitagóricos, oponiendo la forma de vida de estos a otras dos formas de vida posibles, a saber: el bios apolaustikós (la vida privada de quien disfruta de placeres y beneficios) y el bios politikós (la vida pública). En cierto modo podría decirse que toda esta doctrina sobre las formas de vida (y en particular, sobre el bios theoretikós) no es otra cosa sino el intento de demostrar que el Bien y la Felicidad no giran únicamente en torno al Poder político. Pero giran, eso sí, en torno a otras formas de Poder, el poder de la Voluntad erótica (el «poder engendrar en la Belleza», el Amor) o el poder del Entendimiento. Son dos direcciones que pueden, en líneas generales, identificarse con la tradición platónica (que se continúa en el cristianismo: Deus charitas est) y con la tradición aristotélica (Dios es Noesis noeseos) respectivamente. Tanto la primera tradición como la segunda, se determinan por referencia al poder político y trabajan en el sentido (práctico) de retirarle el monopolio del Bien, aun reconociéndole, a veces, su necesidad dialéctica. Solo los epicúreos, por un lado (en una versión sui generis del bios apolaustikós, que se renueva con fuerza en nuestros días en el comunalismo y en el ecologismo) y los neoplatónicos, por otro (el del bios theoretikós) realizan la crítica absoluta del Poder político siguiendo un camino que consideramos metafísico: ignorándolo, declarándolo incluso –aliado del mal y de la impotencia («Se quejan de la pobreza y de la desigual distribución de las riquezas entre los hombres. Ignoran que el varón sabio no desea la igualdad en estas cosas, que no cree que el rico lleve ventaja al pobre, ni el príncipe al súbdito», dice Plotino, II, 9, IX). Platón, como Aristóteles, en cambio, no ignoran nunca la conexión dialéctica entre el Bien, la Felicidad y el Poder –y el Poder político. Esto está bien claro en el Platón de La República y en el Platón de Las Leyes. Pero también en Aristóteles– incluso en el Aristóteles que en la Ética nicomaquea (1778 b7-23) ha enseñado que «la felicidad no es otra cosa sino una contemplación». Porque si Aristóteles ha llegado a semejante conclusión no ha sido en nombre de una defensa del bios theoretikós frente al bios politikós y al bios praktikós. La vida teorética (nos dice Aristóteles) es también vida práctica y la vida más práctica concebible, la vida que es acción pura, Acto Puro, es la vida de Dios que, por ello, consiste en puro «Pensar». Solo la vida de Dios es verdaderamente potente, feliz y buena porque se nutre de sí misma y no depende de ninguna circunstancia externa, porque realiza la autarquía. Si pues Aristóteles declara a Dios paradigma de la Vida suprema, no será en virtud de un «mecanismo de proyección, de sus propias preferencias psicológicas sino en virtud de un «argumento ontológico». Así como, en Descartes, la veracidad del cogito sólo a través del Dios omnipotente alcanza un valor modal de necesidad (que se nutre, circularmente, de aquella veracidad), así la suprema bondad de la vida teorética (que sigue siendo vida práctica) de Aristóteles sólo se justifica a través del Acto Puro, paradigma del Poder supremo, de la autarquía absoluta. Y, por ello mismo, Aristóteles concluye declarando que la vida divina (el bios theoretikós puro) no es algo a lo cual los hombres (que no son dioses) puedan aspirar. Se diría que Aristóteles ha puesto el dedo en la dialéctica misma de las tres formas de vida clásicas, en el conflicto entre las diferentes formas del Poder. El político no es –dice Aristóteles– el único varón libre, pero tampoco toda «dominación» es una forma de tiranía. Acaso pudiera afirmarse que Aristóteles –como antes Sócrates y Platón como después Espinosa o Hegel– mantiene el punto de vista de la «filosofía perenne» del Poder, a saber, el punto de vista de la «política filosófica».


II

¿Y qué es lo que hace Trías en sus Meditaciones sobre el Poder? Ante todo, una crítica al Poder político, un [124] movimiento orientado (se diría) a colaborar en la desintoxicación del politicismo absorbente en el cual los españoles estamos sumergidos desde los últimos tiempos del franquismo. El Poder político no es el valor supremo, no es la sede de la verdadera libertad. Sin embargo, la libertad implica el Poder. Por ello Trías comienza disociando ad hoc la Voluntad de Poder de la Voluntad de dominio, considerando al Poder político, no como un caso particular del Poder (que se ejerce en el dominio) sino como su caso límite, el límite inferior, aquel en el cual el Poder se convierte en Impotencia.

Cabría decir que la disociación –mejor: el «trámite de disociación» que, por lo que hemos dicho, cubre toda meditación filosófica sobre el Poder– entre el Poder y el Poder político, es llevado por Trías en una dirección paralela a la de los epicúreos o a la de los neoplatónicos. Se trataría de demostrar que los políticos no son los sujetos que, por derecho, detentan el Poder. Para ello, nada mejor que comenzar contemplando ese círculo de los «sujetos políticos» (¿acaso la «clase política», en el sentido de Michels?) como un círculo de radio reducidísimo, en comparación con todos los sujetos capaces de detentar el verdadero Poder; nada mejor que comenzar ampliando el radio del círculo atribuyéndole incluso un radio infinito. Así, dirá Trías, todos los sujetos pensables, todos los sujetos reales (en cuanto tienen esa esencia) son sujetos de Poder. Y esto, en virtud de una definición: «El Poder procede de la Esencia». La Idea de Poder trata así de ser vinculada a la Idea aristotélica de Potencia activa; el Poder es el mismo proceso de cada ser (en rigor: de cada monada) en el cual se actualiza su propia potencia, el proceso en el cual cada ente realiza su esencia, alcanza su propia identidad, llega a ser «lo que era» (en su esencia). «Sé quien eres»». Este es el lema de Píndaro al que Trías se acoge como a fórmula que expresa la naturaleza misma del Poder.

Trías se convierte, de este modo, en un verdadero escolástico. «Todo ser es perfecto» –dice Trías, con asombroso aplomo metafísico «Todo ser es infecto» es decir, inacabado, dirá un pensamiento que niega la inmovilidad de las cosas reales, un pensamiento dialéctico).

¿Y qué es la esencia? No es meramente un género abstracto. Comporta su realización individual, aquello que, en la esfera de la Persona, llamamos «estilo». Las esencias, son así múltiples, casi infinitas. Trías contempla esta infinitud virtual de «esencias potentes» con ojos armonistas, monadológicos. Cada esencia realmente potente verá a las demás esencias como realidades que son amables, puesto que son buenas: De aquí que el Amor sea, para Trías, la verdadera expresión del Poder, porque sólo una esencia potente puede contemplar a la Potencia de las otras esencias sin recelo, solo ella puede desear que las otras esencias cumplan su propio destino: El Amor es así la relación de cada esencia con las otras esencias personales; el Arte es la relación de cada esencia consigo misma, con su mundo. Por ello dice que la individualidad de una esencia es su estilo.

Pero la presencia del ser ante sí mismo es la Angustia (según los resultados de la analítica fenomenología de Heidegger). Ahora bien: la Angustia ya no podrá considerarse como algo que nos pone en presencia de la Nada. La angustia nos revela nuestra esencia y la esencia es poder. Trías concluye: Luego la angustia es la reacción ante nuestro propio poder (Fromm acaso diría: es el miedo a la libertad).

III

Las construcciones de Trías quizá no sean para muchos otra cosa que un pretexto para que se deje oír una antigua exhortación moral: la «condenación» del poder político, del poder temporal, la misma condenación secular que unas veces se formula con palabras epicúreas, otras veces con palabras cristianas –las palabras que oponen la Caridad (el Amor) a la justicia, la Sociedad (en particular: La Iglesia) al Estado.

Nosotros no tenemos por qué tomar aquí posición ante el contenido de estas exhortaciones. Lo que nos interesa en cambio es esta otra cuestión: ¿Por qué apoya Trías sus exhortaciones morales en una ontología metafísica de una ingenuidad crítica tan sobresaliente y, en resumidas cuentas, tan acrítica?

Metafísica: Porque, sin arriesgarse en ningún tipo de «argumento ontológico», regresa a unos axiomas sustancialistas –las esencias, dotadas de potencia interna, que buscan su identidad– que se ponen en línea con la más arcaica tradición escolástica (en especial, el «estilo» de Trías recuerda muy cerca al «estilo» de Zubiri). «Se quien eres» es una máxima vacía porque siempre serás lo que has sido. (Es como cuando un cristiano dice de un acontecimiento, pongamos la conversión de Constantino, que es «providencial»: también sería providencial el acontecimiento opuesto, si se hubiera producido, y por ello, semejante calificación carece de vigor constructivo y sólo puede servir para encubrir construcciones que trabajan en otro plano).

Ingenua, porque los axiomas y desarrollos están presentados in recto, como si fueran evidentes por sí mismos, como si fuera posible mantenerse al margen de los conflictos que tales axiomas o construcciones instauran con terceros axiomas o construcciones o entre sí mismos. Por ejemplo, cuando habla de la angustia revelante del propio poder, no hace sino construir unas relaciones enteramente gratuitas (por lo menos hasta que no se «prueben» de algún modo) –aparte de ser muy poco espinosistas (la angustia es una tristeza, y la tristeza brota de la impotencia)– que acaso se agotan en su pura formalidad constructiva, pura parodia de la construcción «ordo geométrico». Por ejemplo, cuando Trías nos dice que es preciso vincular los átomos con las Ideas, como si fuese una tarea nueva, ¿a quién se dirige? No será a los profesores de Filosofía, que han leído simplemente a Windelband (Y si no se dirige a ellos ¿para qué sugerir como tareas inauditas temas que son ya lugares comunes entre los profesionales?). Y otro tanto habría que decir de las solemnes afirmaciones de Trías en relación con el tema de los Géneros. «Es preciso no pensar en los Géneros como Géneros abstractos». Pero otra vez ¿a quién se dirige Trías? ¿Es que sigue predicando in partibus infidelium, como Ortega algunas veces? Nosotros creemos que este estilo está ya fuera de lugar una vez que existen cientos de profesores que, por obligación profesional, han leído la Lógica de Hegel y tantas otras cosas sobre [125] los Géneros abstractos y concretos. No creo que sea aceptable, ni siquiera retóricamente, presentar como nuevas y sorprendentes cuestiones que tienen ya un planteamiento académico preciso –planteamiento que, sin duda, es desconocido por el gran público. Pero ¿acaso porque el gran público desconozca las leyes de la evolución de las vocales castellanas es legítimo decirle «Ya va siendo hora de suscitar la magna cuestión de las leyes a que está sometida la evolución de las vocales castellanas»?

Acrítica, porque no tiene siquiera previstas las respuestas a las elementales dificultades que los episodios de su construcción van suscitando. A partir de la tesis «Todo ser es bueno», no parece fácil establecer una discriminación moral entre el poder del héroe y el poder del asesino: Ambos serán buenos, y cuanto más perfecto sea el crimen, mejor asesino será quien lo perpetró –decían los escolásticos. Así también, a partir del principio: «El poder es la realización de la esencia», no se ve cómo pueda diferenciarse la dominación y el amor, porque (hasta que Trías no nos lo explique) parece que podría decirse que el «político» realiza en la dominación su propia esencia de dominador. ¿Acaso habría que suponer que Trías quiere decirnos que el poder político brota del desfallecimiento de la propia potencia, de la impotencia de una esencia que busca compensar su debilidad con la posesión de las esencias ajenas? Pero entonces estaríamos ante un puro círculo vicioso –cuyo centro es el sustancialismo de esas esencias individuales– a saber, el círculo que se dibuja cuando se presupone que precisamente hay un desfallecimiento de la propia esencia en el momento de buscar la dominación («puesto que el poder consiste en buscarse a sí mismo»). A partir de la perfección de la esencia, Trías deduce el Arte: ¿por qué no también la Gimnasia o el carbonato cálcico? Acaso ocurría sencillamente que Trías estaba pensando en la «perfección artística de las esencias» o en la «perfección de las esencias de naturaleza artística».

Pero acaso (se me dirá) el género literario que cultiva Trías en este su último libro, no es el género exhortativo, ni tampoco el género expresivo sino simplemente el género estético-constructivo, en el cual interesa únicamente la forma de la «construcción geométrica», aunque esta construcción sea imaginaria. Sí ello fuera así, se comprenderá que esta obra no puede satisfacer más que a aquellos que no están educados en la disciplina de la «construcción geométrica». Un género de «filosofía ficción» dirigido a un público filosóficamente inculto pero al cual no se trata de instruir, sino de mantenerlo en su ignorancia, porque solamente ante ella pueden tomar forma aparente las «construcciones imaginarias», porque solamente ante ella puede cobrar el autor la forma ilusoria de un «demiurgo», de un artesano cuando su realidad es solo la de un poeta.

Por último: la crítica filosófica de Trías al Poder político –al Estado– podría considerarse alineada, de algún modo, con la crítica que los llamados «nuevos filósofos» –y, particularmente, Bernard Henri Levy– dirigen contra el marxismo-leninismo-stalinismo, entendido como caso superior del platonismo» y el Archipielago Gulag es una continuación «proletario-fascista» de los campos de concentración nazis: en cierto modo, se trata de llevar al límite los puntos de vista de Animal Farm de Orwell, o los de B. Russell, o los de von Mises, o los de Popper). –Sin embargo, y aunque la dirección crítica sea similar, el sentido de la crítica de Trías es opuesto al de Levy; o, si se prefiere, el sentido de la critica al Poder político de Trías es opuesto al de Levy, pero, precisamente por ser su opuesto, se mantiene en su mismo género de crítica, en su misma dirección (contraria sunt circa idem). Nos arriesgamos a poner, como contenido de este mismo género, a la Idea de Todo (en tanto se empareja con la Nada, y no, por ejemplo, con la Parte, o con un Todo diferente). Esta Idea de Todo sería la perspectiva desde la cual, tanto Trías como Levy, proceden al análisis de la Idea del Poder político. Levy vendría a afirmar que el Poder político es todo el Poder –el Poder del Estado totalitario, que no deja ningún hueco para la libertad humana individual, salvo la que pueda corresponder a la lucidez «gnóstica» y desventurada que los «intelectuales» habrán de defender en calidad de testimonio ético. Trías, en cambio, con un ánimo más «olímpico» y optimista, menos desventurado, vendría a enseñar que el Poder político es la Nada del Poder, porque es la Im-potencia. Ahora bien: desde nuestro punto de vista materialista, tendremos que decir que tanto Trías como Levy se mueven en una formulación metafísica de la dialéctica, a saber, la dialéctica del Todo y la Nada, que cultivó a fondo el «existencialismo» («¿Por qué hay ser y no más bien Nada?» –se pregunta también Levy). Una dialéctica no metafísica (que entienda la Idea del Todo como concepto conjugado de la Idea de Parte) opondrá el Poder político a otros poderes, no como se opone el Todo a la Nada (o recíprocamente) sino como se opone el Todo a la Parte (¿Platón?, ¿Hegel?), o como se opone el Todo al Todo (¿Kant?), o bien como se opone la parte (el «Partido») a la parte, es decir, por ejemplo, (¿Marx?) como se opone la clase explotadora (que es una parte de la Sociedad, la que instituye el Estado) a la clase explotada, de suerte que ya no sea posible afirmar que esta clase sea impotente. Hay un Poder burocrático, sin duda– pero también un poder popular variable históricamente. Porque ahora ya excluidas en la relación Todo Nada, que no admite medio, por tanto, historia Hay un Poder oligárquico, pero también un Poder obrero que lo resiste y lo limita. (Un poder que resulta ser despreciado ingenuamente cuando, como en La barbarie con rostro humano, llega a creerse que sólo los «intelectuales», los herederos desventurados del 68, pueden mantener una lucidez ética).

{*} Pero aquello que para la «filosofía metafísica» puede ser interpretado como una «fijación» injustificada (la «fijación» en el Poder político, como primer analogado de la Idea de Poder), indicio de un desfallecimiento de la capacidad de abstracción es para la filosofía «dialéctica» el resultado de una actividad ella misma crítica: la crítica a la pseudo abstracción, a la abstracción vacua y escolástica que, elevándose a conceptos indeterminados o «blandos» («el Poder»), prescinde de una determinación (la política) al margen de la cual la Idea de Poder se desvanece y se rompe (como se desvanece y se rompe el concepto de círculo cuando se abstrae uno solo de entre los infinitos puntos que contiene, a saber, el centro).